Sí, Ama
Aún recuerdo la primera vez que vi a María en aquel sexshop, era una mujer que desprendía un magnetismo que te atrapaba en cuanto la veías. Un hombre la acompañaba, llevaba una cesta y ella iba echando los artículos sin mirarlo siquiera.
De repente, uno de los artículos salió despedido de la cesta y llegó a mis pies. Iba a agacharme para recogerlo cuando el hombre rápidamente se agachó delante de mí para recogerlo y pedirme disculpas sin levantar la vista del suelo. Me pareció extraño pero no le di importancia.
Iba a girarme para seguir mirando los nuevos juguetes cuando sentí la profunda mirada de María posada en mi. Me giré y vi que venía hacia donde yo estaba.
• Disculpa a Pablo, aún no está demasiado bien amaestrado.
¿Había dicho amaestrado?
• Y no se ha dado cuenta de que no puede hablarte sin tu consentimiento.
El tal Pablo esperaba detrás de ella como un niño al que han pillado copiando en clase.
• No pasa nada- dije quitándole importancia.
• Una buena Ama nunca le quita importancia a una acción de uno de sus sumisos ante otra Ama.
¿Cuánto había pasado desde aquel día? Tal vez 3 años, pero siempre lo recordaría.
Ese fue el día en que me convertí en su pupila.
Ahora estaba en una habitación de hotel con mi maletín básico.
Me tumbé en la cama con mi nuevo body negro, mi liguero y mis botas altas de cuero. Hoy estrenaba una bonita bata de satén también negra y una máscara de gata hecha con guipur endurecido. Sonaron unos golpes en la puerta. Me levanté tranquilamente y fui hasta la puerta, abrí y allí estaba Jordi.
• No me gusta que me hagan esperar- ese fue mi saludo.
• Lo siento Ama- me dijo ese hombre de 1,85 bajando al suelo la mirada ante mi 1,58 aunque con mis botas llegaba hasta el 1,70.
• Cierra la puerta y pasa, estoy cogiendo frío- eso hizo y se quedó esperando en la puerta. Era su primera vez en la intimidad conmigo.
• Acércate- le dije con voz melosa sacando un látigo suave- ¿Sabes que vas a tener un castigo, verdad?
Él se limitó a afirmar con una incipiente sonrisa en los labios. Hice que no la veía, no era propio de un sumiso, pero era su primera vez.
• Desnúdate y siéntate en esa silla- le ordené.
Una vez estuvo sentado le até las manos con una cuerda y le tapé los ojos con una cinta de raso. Empecé a pasar el suave látigo por su cuerpo y de repente, un latigazo suave. Su polla empezó a moverse, así que el siguiente latigazo suave fue en la parte interna de un muslo, cerca de ella.
Un gemido salió de sus labios.
• No quiero oírte en toda la sesión- le dije.
• Sí Ama- respondió.
Recordé una de mis primeras tardes en casa de María.
• ¿De verdad nunca has practicado la dominación y sumisión?- me preguntó.
Yo me encogí de hombros mientras un hombre nos servía el té con pastas y otro masajeaba nuestros pies.
Me parecía surrealista pero me encantaba, no diré que no. ¿Yo quería eso?
María me convenció para ir a su casa y hablarme sobre el BDSM en cuanto le dije que no sabía sobre lo que me hablaba.
Recuerdo también una de sus primeras preguntas.
• Si se te acerca un hombre y te dice algo que no te gusta ¿Qué haces?
Yo respondí con rapidez.
• Fulminarlo con la mirada y mandarlo a la mierda.
Ella se echó a reír y yo la miré con curiosidad, en realidad si hubiera tenido algo a mano se lo habría estampado en la cabeza al atrevido, cansada de que por ser bajita, de ojos y piel claros me tratarán por tonta...
Pablo estaba x allí, serio, sabía que intentaba verme de reojo pero no se atrevía. María me vio mirarlo y se dirigió a él.
• Pablo, acércate- vino rápido sin levantar la vista- ¿Cuándo pensaste que ella era una Ama?
• Nada más verla mi Ama.
• Así que la miraste- él admitió con un leve asentimiento- a pesar de estar yo allí- afirmó avergonzado- ¿Por qué? Sé sincero y el castigo será elegido por ti.
• Sus ojos, su curiosidad. Tenía porte de Ama, mirada de Ama pero nos miraba de manera extraña, como intrigada. Y me dieron ganas de ir hasta ella y verla de cerca.
Mi cabeza daba vueltas.
Volví al momento presente y desaté a Jordi.
• Hoy es nuestro primer día juntos en la intimidad y vamos a jugar- le dije.
Él disimulaba pero estaba emocionado ante la perspectiva.
Contactó conmigo por una página de contactos y me pareció adecuado iniciarlo. Era algo más joven que yo, pero era fuerte y alto. Me gustaba.
• Tengo ahí mi maletín- le señalé hacia la cama y afirmó con la cabeza- vas a meter la mano sin mirar y lo que saques será lo primero a lo que jugaremos.
Sus ojos chispeaban como los de un niño el día de Navidad.
Me acomodé en la cama y le señalé el maletín para que se acercara a él de una vez.
Metió la mano y sacó un dibujo explícito. Tenía que comerme el coño. Me encantó que sacara ese, pero me mostré seria y asentí.
Me tumbé y él vino hacia mí gateando. Me quitó el tanga negro y empezó a lamer y saborear como si fuera lo mejor que le podía haber pasado.
• Recuerda- le dije- nada de correrte eh- afirmó serio y siguió su tarea.
Pronto encontró mi clítoris inflamado x la excitación y lo lamió y absorbió hasta que me corrí en su boca en silencio.
Mis orgasmos eran largos e intensos, como yo y siguió lamiendo hasta que con una mano le señalé de nuevo el maletín.
Me fijé en que estaba muy empalmado pero resistió y sacó el segundo papel. Unas esposas.
Era mi momento de esposarlo a él.
Me desnudé entera y le recordé que no podía correrse.
Ya estaba atado al cabezal de la cama. Saqué mis plumas y empecé a acariciar su cuerpo, me detuve en su polla, que respondía animada, no pude evitar darle un lamentón y sentarme a horcajadas sobre él para darle con las plumas en la cara, el cuello.
Mientras mi cuerpo se balanceaba con malicia sobre él.
Me incliné y le besé en los labios terminando con un mordisco que dejó el sabor de su sangre en mi boca.
Él ahogó un gemido. Estaba llegando a su límite físico.
"Mínimo 3 pruebas antes de pedirle que se corra y será tuyo" escuché la voz de María en mi cabeza.
Le solté las manos y sacó otro papel.
Un masaje de pies.
Ni tan mal. Me encantaban.
Mis jadeos y gemidos iban a volverle loco, pero aguantó.
• Y ahora el último para saber si pasas o no a ser uno de mis sumisos.
Me vas a follar. Pero quiero correrme un mínimo de 3 veces antes de que lo hagas tú.
Mi fusta estaba junto a mí. Mi máscara hacía rato que había desaparecido.
Veía cómo buscaba mis ojos y entonces lo miré fijamente con mis ojos claros y la mirada encendida.
-Sólo puedes mirarme si te lo digo - le dije.
• Sí Ama. Disculpe Ama- y bajó la mirada.
Me comió entera, me encantaban las cosquillas en el cuello, muy eróticas.
Mis orgasmos se espaciaban y notaba como él estaba tan excitado que pensé que se correría en cualquier momento. Llamé a la zona de entrada y pedí una tercera compañía.
Yo me levanté y me metí desnuda en el jacuzzi de la habitación.
Cuando la chica llegó le pedí que se la follara pensando en mí mientras los veía.
Yo tomaba una copa de cava servida por César, uno de mis mejores sumisos que esperaba mis órdenes desde el principio.
Mientras, los observaba. Y Jordi me observaba a mí, de reojo.
Cuando vi su cara a punto de correrse le pedí que entrara en el jacuzzi y me follara. Lo amarré con las piernas y tardó segundos en correrse.
Me daba las gracias una y otra vez besando mis piernas, mis pies y mis manos.
Le hice salir, secarse y vestirse para marcharse.
Follé con César desatando todo lo que había contenido durante la prueba del nuevo y cuando me sentí completamente satisfecha le hice limpiarme y ayudarme a vestirme.
Abandonamos la habitación y un coche que me esperaba me llevó hasta casa.
Esa noche consultaría con la almohada la decisión, pero estaba segura de que tenía nuevo sumiso y que mi parte favorita, enseñarles a serlo, ya había comenzado.
Me dormí satisfecha y con una sonrisa en los labios.