¿CÓMO SIENTE UN SUMISO?
Hablar de cómo siente un sumiso, no es fácil, porque tendríamos que hablar de cómo siente cada uno de los sumisos ya que como personas que son cada uno es diferente y único aunque todos con unas características fundamentales y generales inherentes a su condición: la obediencia y la entrega.¿En qué consiste “la auténtica sumisión”?
Para definirla deberíamos tratarla desde dos puntos de vista, la de la Dómina y la del sumiso ya que, cada sumiso es diferente también cada Dómina lo es. Por ello en una relación Femdom la interrelación que surge entre ambos hace que el sumiso se adapte y se transforme de acuerdo a su Dómina, a sus deseos y formas. Pero en este escrito quiero, como sumiso que soy definirla desde mi punto de vista.
Para un sumiso adorador y admirador del ser femenino, cuando ve los pies de su Ama envueltos en unos pantis, unas bonitas medias o totalmente desnudos, bien calzados sobre unas botas o zapatos de tacón fino o simplemente con unas zapatillas sus ojos se iluminan, sus deseos de lamerlos y acariciarlos lentamente con su boca y su lengua le inundan, los pies desnudos de Ella ejercen como un imán que le impide levantar la cabeza. Es un sentimiento que nace desde dentro, una atracción animal irrefrenable para él. Y es así porque esos pies pertenecen a su Ama, nada más, emanan su olor, su forma, su piel. Sin embargo, un sumiso educado y que se precie de serlo esperará a que le sea concedido el permiso de
poderlos besar, lamer y adorar.
Atracción y autocontrol, deseo y espera, siempre dos sentimientos encontrados en la mente del sumiso estarán siempre bajo las órdenes de a quién pertenece. Solo cuando por fin recibe esa autorización y son aceptados sus deseos es cuando éste podrá cumplirlos, saciándose de Ella. Por ello, el sentimiento del sumiso es de gratitud, de inmensa gratitud por la decisión adoptada por su Ama de concederle su permiso.
Los derechos del sumiso sobre sus gustos y deseos son totalmente nulos, no tiene ningún derecho, ni tampoco ningún privilegio, lo que su Ama decida concederle será lo único que obtenga y eso le bastará. Por tanto otra virtud de la que se hace valedor el sumiso auténtico es la paciencia, el saber esperar a que su Ama se digne a concederle una satisfacción, un deseo y siempre esta espera la llevará a cabo sin presiones, sin angustias y sin exigencias ya que se debe por entero a su Ama y a su decisión o capricho. Decir también que ésta espera es utilizada en muchos casos
por el Ama para ir doblegando al sumiso, para ir reeducándolo y que tome conciencia de lo que es,: un simple sumiso a su servicio para cuando Ella lo desee y lo reclame.
En este sentido el sumiso, como persona que es, buscará una señal por parte de su Ama de complacencia y satisfacción por su parte ante su comportamiento. Esta señal será dispuesta por el Ama que podrá ser desde una sonrisa, una caricia, un azote etc. El sumiso ante esta reciprocidad responderá con satisfacción y felicidad a la misma, sirviéndole ésta para provocar en él un deseo de continuar complaciéndola en todo momento manteniéndose a la espera de entregarse nuevamente a Ella.
Cuando un sumiso acaricia, adora, masajea etc. el cuerpo de su Ama, todos sus sentidos están puestos en las sensaciones y gestos de su Ama, deseando realizarlo lo mejor que sabe y con el conocimiento total de su Ama. En ningún momento piensa en esos momentos en él mismo ni tampoco en las consecuencias que puede acarrear el no satisfacerla como Ella desea y exige. El sumiso está solo y únicamente concentrado y pendiente de hacerla feliz y dichosa de poseerle. Nada pasa por su mente sino el placer de su Ama, el lograr cumplir con las expectativas
puestas en él como sumiso.
Un sumiso tiene sentimientos de entrega y servicio hacia su Ama. El verla feliz, orgullosa de poseerlo, relajada etc. es lo que realmente proporciona placer y bienestar al sumiso. Es este sentimiento el que los excita, los erotiza y les hace desear continuamente volver a servirla. Y, como no, a la vez surge el gran deseo del sumiso: de sentirse reconocido por su Ama.
De otro lado decir que el estar expectante, la intriga, el desconocimiento por lo que puede acontecer hace del sumiso que esté en todo momento dispuesto. El sumiso no puede “entretenerse” en desear, imaginar, relajarse etc. ya que ha de ser plenamente consciente que lo suyo nunca se antepondrá a lo de su Ama. Un sumiso ha de estar siempre dispuesto a aprender y desarrollarse en su condición y con la supervisión de su Ama. Nunca se conformará, el deseo de que su entrega aumente es permanente. Siente tanto amor y adoración por su Ama que todo le parece poco
para con Ella y su vida es una permanente ascensión en su entrega.
Como persona que es, un sumiso ha de ser consciente de sus debilidades y de sus virtudes estando dispuesto a modificarlas o mantenerlas según criterio de su Ama. En este sentido diremos que el sumiso debe darse por completo a su Ama para que le conozca plenamente y así interactuar con él. El diálogo y la comunicación forman parte esencial de la relación.
Con todo ello y en contra de lo que se pueda pensarse por algunos, un sumiso posee una madurez mental y espiritual en cuanto a lo que debe ser una relación de pareja muy superior al resto. Hay que pensar que esa comunicación, exenta de tabúes, de reconocimiento de debilidades etc. hace que la relación se construya sobre unos pilares muy sólidos. No hay miedo a expresarse de una forma íntegra y total a su Ama. La sinceridad y la confianza son totales para con su Ama.
Entre los protagonistas de este tipo de relación se manifiesta una sinceridad y un no prejuzgar, ni presuponer, ni imaginar lo que será el después. El sumiso , en su entrega, vive el momento dándose y sirviendo a su Ama. Así ante cualquier acción, el sumiso no se creará expectativas ni se cuestionará nada, ni irá más allá de lo que su Ama desea en ese momento.
Aquí radica lo mágico de una relación Femdom. El sumiso no conoce nunca el después y no se sentirá nunca defraudado porque sabe que solo su Ama conoce ese “después”, él no conoce las intenciones de su Ama sintiéndose pleno con su acción, sin más.
En esta relación el sumiso desarrolla sus sentimientos sin reservas, sin condiciones, los disfruta y los goza como se hace ante un exquisito plato de un famoso chef, sin pensar ni desear cual será el siguiente plato a degustar, simplemente disfruta del momento.
En una relación Femdom se dan múltiples situaciones diarias como en cualquier otra relación. Ante el surgimiento de éstas el sumiso las asume como un deber suyo el llevarlas a cabo, el solucionarlas, el aportar otros puntos de vista, etc. Ya que todo lo que le es ordenado y lo que no, lo lleva a cabo siempre bajo un estado mental en el que su condición de sumiso se antepone a cualquier cuestión de insatisfacción o
negación para llevarla a cabo. Mientras lleva a cabo esas acciones solo está pensando en que al hacerlo logrará la satisfacción de su Ama, el que esté orgullosa de él, y eso le llevará a realizarlas con alegría, diligencia y según los gustos de su Ama.
El sumiso que forma parte de una relación Femdom es una persona que está imbuida de todo lo que su Ama gusta y desea. No piensa nunca en él. La fuerza y la diligencia surgen de ese deseo brutal de entrega y servicio a su Ama. Nunca se cuestionará si la acción a realizar es desagradable, si no le apetece realizarla en ese momento, si tiene derecho a relajarse o si al estar a solas puede decidir el hacerla o no. Su Ama está siempre presente en él, aun cuando no esté presente físicamente. No necesita de ello porque su ser, por entero, vive por y para Ella.