Entre ventanas - Parte 1
El frío empezaba a asomar ese viernes de octubre, era momento de sacar la chaqueta pues al estar parado en la terraza de mi apartamento corría un viento suave pero helado que te hacía temblar. Café caliente, móvil en mano revisando las redes sociales. Algo que aún no os he contado, pero en esta red hay una comunidad enorme de contenido adulto realizado por personas amateur, probablemente el mejor contenido que puedas ver. Y yo, tengo un perfil de estos en los que grabo contenido masturbándome y hago fotos de mi cuerpo en blanco y negro.
Hay una chica que me encanta, su piel blanca, su vientre terso y sus pechos… Sus pechos son perfectos, y no os puedo negar que cada vez que miro un vídeo suyo acariciando sus pezones, pellizcándolos, me sale una vena animal que no conocía.
Es algo innato, es algo que no puedo controlar, y obviamente se me pone dura al imaginar rozándome con su cuerpo.
Con la chaqueta y pantalón corto. Con el café caliente y el viento frio que entra por uno de los lados y que llega hasta el pene, una sensación de tenerlo al descubierto que acompañado de las fotos de esta chica aún me excita más, mi mano que funciona sola decide acariciarse por encima del pantalón de pijama que llevo puesto, haciendo hincapié en el glande, acariciando los testículos con las yemas de los dedos, provocando unas cosquillas que son agradables.
Centrado en la sensación que notaba en mis partes y excitado, me había olvidado que estaba en la terraza y que a unos veinte metros de distancia hay un edificio con más de cuarenta vecinos. En cuanto caí en eso, era tarde. Pues tenía la mano dentro del pantalón y se podía apreciar que estaba agarrandome el pene. Levanté la mirada, y ví a varios vecinos observando.
Sus caras mezclaban la sorpresa, la indignación y la admiración. No sé que pensaban, pero no podían apartar la mirada de mí.
Mis pensamientos intrusivos empezaron a hacerse cada vez más fuertes, y era difícil luchar contra una de mis fantasías, era el momento perfecto. Una chica de unos veintipocos haciendo gestos a su compañera de piso para que viniera a la ventana, una mujer de unos cuarenta acariciando el paquete de su marido y otra chica tatuada que interrumpía su libro para formar parte de esta pequeña historia entre ventanas.
Ya que todo acompañaba, decidí sacarme el pene del pantalón y mirarlos fijamente a los ojos, notaba como aún más sangre corría por mi cuepro para ponerla aún más dura y empecé a masturbarme lentamente para saber si aprobaban esa acción.