Furia
Bajo el silencio de un silvano cielo intempestivo yace el atrevimiento de los hombres, que sueñan con capturar una majestuosa criatura, tan hermosa como fiera a la vez.Sus dominios son infranqueables. Todos aquellos que buscaron encadenarla, sucumbieron ante su presencia y letalidad.
Hoy se respira en el aire el éxtasis de una épica contienda.
El miedo se funde con los deseos de gloria y admiración ante su furtiva figura.
Resuena el cuerno de la batida, que estremece en medio de bosques y montañas.
La euforia precipita la razón haciendo perder a los héroes en la niebla.
Sus pesadas armaduras caen sin desdén ante la batalla contra la bestia.
Los gritos desgarran el viento de aquellos que buscaron ciegos subyugar su corazón.
Sólo queda un jinete a lo lejos, inmóvil como una sombra, que hasta entonces no ha participado en la cacería y que se encuentra desarmado.
Ambos se acercan lentamente hasta que la legendaria criatura descubre que el misterioso caballero es en realidad una cautivadora y esbelta doncella, envuelta en un halo de conmoción y ternura.
Baja la altiva joven de su asiento con sus temblorosas manos por delante hasta alcanzar el blanco pecho del salvaje prodigio, calmando su forma violenta.
Acaricia su grácil cuello sinuosamente y desliza sus pálidos dedos entre su larga y sedosa melena agitada por la brisa.
Le susurra al oído y le abraza suavemente, vibrando con cada aliento en una atracción desconocida.
Llega el momento de pararse de frente. La intensa respiración se contiene por momentos.
Los ojos del imponente espíritu indomable arden como llamas incandescentes y se reflejan en la pupila de la valerosa dama, que acerca su frente cerrando sus párpados.
Venus brilla en lo alto. Tenues rayos de luz se abren sutilmente entre las sombras.
La noble deidad baja la cabeza y agacha su precioso y sagrado cuerpo, permitiendo ser ese día su divina montura, vinculando su alma irresistible y entregándose a la doncella, hasta un nuevo y esplendoroso amanecer.