Arrebato
Hacía tiempo que no te escribía, y no es por gusto que no lo haga, sino porque me asfixian los días en los que me asaltan los recuerdos de tu piel encendiendo mi alegría. Mis versos, aquellos que me nacen de ese lugar tan especial que ocupas en mi corazón, solo se transforman en tinta cuando en mi mente te apareces para acabar con cualquier atisbo de razón.
Nadie me prende el deseo en llamas tan vivas como lo sabes hacer tú, mi Señor. Lo que por mi vientre despiertas se transforma en absoluta devoción cuando mis ojos alcanzan a verte, mis dedos a tocarte y tu piel a fundirse en la mía con el arte que a tanta distancia implica amarte.
El anhelo que me recorre el pecho me empuja a postrar mi coraje a los pies de tus designios, porque no te satisfaces sólo con saberme tuya, sino con verme entregada a los sabores del disfrute dejando bien clara una cosa:
Cuando estoy contigo, soy tuya y de nadie más.
Te quiero. Dios sabe cómo te quiero y que no pasa un día sin que te piense. Sin que entre mis brazos anclado en mi pecho tu voz en un suspiro recuerde. Sin que nuestro próximo reencuentro a la luz de las velas entre fuego, sangre y sudor nos imagine.
Te extraño como la tierra a la lluvia cuando la sequía aparece, porque sin ti mis flores no se animan a brotar. Y es que contigo mi deseo se transforma en calamidad cuando paseo contigo de la mano por las calles de mi ciudad sin ser consciente de lo que digan los demás.
Me arrebatas, me enarbolas, me sometes y me enloqueces. Ocultar que no me consumo en la agonía de la distancia me cuesta con creces. Pero te juro que en nuestro próximo reencuentro de nuevo haré constancia de que por ti muevo cielo y tierra con tal de volver a verte.
𝔗'𝔢𝔰𝔱𝔦𝔪𝔬 𝔞𝔪𝔟 𝔟𝔬𝔤𝔢𝔯𝔦𝔞.