(Sin titulo)
Te entregué mi tiempo, cuando tu despertabas mi curiosidad. Te presté absoluta atención, con tal de aprenderte, de conocerte, de comprenderte. Te quise descubrir lentamente, porque el interés era
verdadero y no solo egoísta y placentero. Me deleitaba contemplando los finos matices de todas tus
sonrisas, tus miradas y suspiros. Aprendía a escucharte cuando me hablabas, pero sobre todo cuando
callabas. Tus silencios me decían tanto como tus caricias, o eso creía. Las manos que antes sentía
suaves ahora su tacto era lacerante como la hoja de un cuchillo. Los besos que antes me sabían a dulce
almíbar, ahora sabían a perejil e hinojo cual venenosa cicuta.
Te lo di todo, sincera y generosamente. Y en vez de valorarlo y apreciarlo, lo maltrataste, lo ninguneaste,
lo rompiste y pisaste. Desconociendo cuál era su auténtico valor. Fui un necio por creer en ti francamente,
por creer que serias más amable, abierta y tolerante como predicabas ser. Fui un estúpido por creer que
en ti había encontrado por fin ese hogar donde mostrar sin pudor mi auténtico yo. Pero todo era falso, de
cara a la galería. Eras como una zona VIP reservada a unos pocos, y restringida al resto. Altiva, intocable
mostraste tu verdadero ser y naturaleza.
Ahora conociéndote, sabiéndote cómo eres, no te valoro, ni te desprecio. Simplemente comprendo que mi
tiempo, que mi sinceridad y mi atención no son merecedores de ti. Perdí yo mi ilusión y mi tiempo
creyéndote, me perdiste tu despreciándome, no sabiendo valorar lo que te podía aportar. Pero eso no lo
sabes, ni lo sabrás, porque nunca deseaste saberlo, ni valorarlo. Te saludaré por cortesía y educación,
pero ya no esperes de mí esas sonrisas que antaño te dedicaba, ni tampoco esperes que te entregue mi
tiempo sin mesura. Se acabó, ya no me despiertas curiosidad. La calidez que antes me provocabas,
ahora cada día es más un frio desinterés. Ya no hay vuelta atrás. Cada paso que damos, lo damos en
direcciones contrarias, alejándonos irremediablemente. Tu no te girabas a buscarme, yo no te buscaré de
reojo. Ya no eres ese hogar cálido y acogedor que desee que fueras. Te tornaste un lugar frio y aséptico
donde estar, como una morgue.
Mi corazón herido sanará algún día, quizás. Mis labios volverán a sonreír quizás con un tinte más de
socarrona apatía y desilusión. Quizás. Pero tú ya serás solo otro recuerdo enterrado en lo más profundo
de mi consciencia, sabedor que eres un recuerdo de tintes dolorosos que no desearé volver a visitar. No
te olvidaré, porque no olvido, solo entierro los recuerdos dolorosos bajo toneladas de otros de naturaleza
irreverente, absurda y estúpidamente infantiles que me sirvan para seguir mi camino hacia adelante,
aunque la carga de tu recuerdo sea una pesada carga digna de ser sostenida por Atlas. Pero yo no soy
titán olímpico alguno, solo soy un simple mortal más. Alguien con una ilusión menos y otra cicatriz en su
corazón…