A fuego
Sobre el tablero de juego descansan tus piezas esperando mi siguiente movimiento. Coincido contigo en que ha pasado mucho, demasiado tiempo. Pero este enroque me ha servido para planear la estrategia que haga de nuevo sacudir tus cimientos. Y es que, amigo mío, ahora vas a sentir cómo pongo en jaque a tu rey sin ningún tipo de remordimiento.Por mi sur nace un suspiro que se enreda en tus violetas, esas que te nacen por las avenidas los días en los que decides ser primavera. Cálido y fugaz, con aromas que te llevan junto al mar en una noche de moraga bajo la luna llena. Y avanza suave pero atronador, prendiendo el fulgor que ansío ver nacer en tus ojos como dos insinuantes hogueras.
Te he de confesar que no me aguanto más el ver en primera plana el alzamiento de las comisuras de los labios que van a tornar mis lluvias en el incendio que arrasará cada rincón de tu ciudad. Quisiera tener tu rostro entre mis manos para sentir que eres más allá de la lírica una realidad. Y si esto ya es inevitable, si ya no hay marcha atrás, déjame que te diga que no me arrepentiré de llevar de por vida el tatuaje con el que a fuego me quieras marcar.
Maestro de letras, qué bien las sabes usar a tu conveniencia para hacerme entender que mis caprichos navegan sin rumbo en dirección hacia tus veredas. Que no existe brújula posible que me guíe por camino alguno sin que finalmente apunten al destino que me conduce al embrujo de tus irrefrenables mareas. Esas que quisiera verlas desbordar un día después de que le aúlles a la próxima luna llena.