Odio
No te conozco, pero te odio.Tu presencia me enciende y me quema, me enferma y me ahoga, me envenena e intoxica, contaminando mi espíritu y mi ser.
Desprecio tu cercanía, tu sonrisa, tu mirada, tu aura y tu todo.
Detesto esa amalgama de células que te mueve y te hace soñar con vivir como un ser humano, abrazado a la ilusión de la felicidad.
Aborrezco tu insolente libertad desmesurada y tus extraordinarias pasiones que incitan a contagiarse bajo un osado grito de despertar.
Tu memoria me insulta y me hiere, me atraviesa y me corroe, me angustia y me pervierte, en una paz que no encuentro.
Y desde arriba clavaré mi lanza sobre tu espalda, saborearé tus lágrimas y me alimentaré de tu dolor, contemplándote postrada y sometida ante mí, atada y amordazada como siempre debiste estar.
Me regocijaré libre de culpa y de pecado, deseando devolver a la oscuridad tu patética existencia y tu gracia divina.
No odio, pero te odio.
No quiero verte ni sentirte, no quiero tocarte ni olerte, no quiero admitirte ni respetarte... y sin embargo, no puedo evitarte.
Porque el miedo cubre mi alma.
Porque jamás podré ser como tú.
Porque jamás podrás estar conmigo.