Retratos
-Hola guapa; --¿Hola; ¿Qué tal estás? -
-¿Bien y tú? -
-Háblame de ti...-
-¿Qué quieres saber de mí?-
(...)
Diálogos insustanciales asolan mi humilde interés y flagelan mi ánimo expuesto.
Anhelo esa cálida y placentera conversación que pasa de la protocolaria presentación a una charla fluida que invita a conocerse e intimar desde la preciada cercanía.
Aquella que me seduce y me exhorta a pensar más en mis palabras deseosas de desafíos.
Aquella que me coja de la mano y me lleve a donde no existe el tiempo.
Aquella que sea más que una pantalla llena de vacíos cubiertos de frases baldías y conmueva mi alma sensible.
Esperaré con ansias aquella melodía, como la dama blanca a su amado capitán errante.
Y en la suerte del encuentro, poder ir más allá.
Permitiendo encender ilusiones e inflamar corazones rugientes y osados a entrar en arduas batallas.
Sacudiendo mi presumida elocuencia y haciéndome temblar desde mis cimientos, despertando mi admiración y mi codicia, mi ansia y veneración.
Quiero que me hagas sudar...
Sentir cómo cada expresión se desliza con la misma intensidad que un gemido contenido, provocándome, retándome, haciendo que mi cuerpo reaccione antes incluso de que mis labios articulen una respuesta.
Que me desnudes con tu lengua afilada, que me enamores con los verbos de una locura ensimismada, que me arrastres en tu aliento clamoroso y audaz.
Para que al volver a encontrarnos, podamos reírnos juntos de lo trivial y lo mundano, colisionar nuestros cuerpos arrebatadoramente, y devorarnos en un estridente y mágico silencio mientras todo se desvanece, como suspiros entre el viento.