El altar de lo profano

A quién no le gustaría tener el recuento de las horas navegadas bajo el azote del temporal al que tan sagazmente te gusta azuzar. Que agarras el timón con fuerza mientras capeas con la otra mano corriente arriba las faldas de quienes tienen la fortuna de leerte. Y con descaro a las olas que te salpican les haces frente porque sabes desde antaño por estos mares moverte.

Reconozco que si tiro la piedra no escondo la mano, pues si tu soliviantas a la espuma, yo lo hago con la tela que cubre los ribetes del altar de lo profano. Ese en donde, permítaseme la osadía, me imagino tumbada a tu lado. Vestida de un liso raso blanco que previamente has rajado en dos para dejar a la vista el secreto arcano de los deseos más ferozmente provocados.

Y es que tus letras son dignas de saborear, pues entran con la dulzura y potencia de un vino fino. De esos que perduran en el paladar, de los que hay que saber bien cómo tomar. Porque cuando te las bebes con ese brío y esas ganas que te gastas, amigo mío, de pleno cuales piedras preciosas en tu vórtice nos engastas.

Déjame decirte que si mi saliva inquieta a tu paladar, imaginarás que la tuya haría temblar a los cimientos que sujetan las columnas del templo de mi cordura. Porque el lugar donde la guardo se agita de imaginar lo que a lamidas podrías horadar si le haces caso a mi falta de compostura.

Que si tu eres avaricioso, yo soy insaciable, y cuando me saben bailar tan bien las tormentas ofrezco lo mejor de mí sin temor a nada. Y cometería desacato a la autoridad si no fuera porque la misma me alienta a cumplir todas y cada una de mis fantasías, sabiendo el precio a pagar una vez que asuma todas y cada una de sus consecuencias.

Sobre el manto de estrellas que cubren el sueño de mi piel recojo aquél recibí tan deliciosamente camuflado. Sea pues, y dicho de paso, que estos versos no se han acabado, pues de pleno en el santuario de los excesos nos hemos encontrado, y se vienen los escritos que aún no se han imaginado.

Por si acaso, abre el paraguas, que por tu capital lluvias próximamente han comandado.

Arashi.