La bilateralidad de los suspiros
"Hay mil tipos de miradas. Yo adorolas tuyas, tus miradas dulces que
parecen abrazos secretos entre tú
y yo sin que se den cuenta los demás.
No sé si está bien, pero echo de menos
cada minuto que pasas lejos."
E. Fernández.
Sucedió al fin, marché hacia el este
para tenerte cerca a pesar de tener que
contener el empujón de las inercias.
Y llegué a desembocar en las aguas de
tu versión marinera, nada mal para
una gata madrileña uniformada que me
perturba la jornada con ese verde
manzana que hace juego con tus ojos.
Soñé mientras observaba el de venir
insistente de las olas quebrándose en
la arena, en los soportales de luna
donde el dia se disuelve lentamente.
Soñé que llegaba a verte paseando
por la orilla de tu playa, seducida por
secuestrar la consciencia con
agosto de tu mano mientras la
brisa galopaba sin horarios por la
frondosidad salvaje de tu pelo.
Y así fue que murió la tarde viendo
renacer el crepúsculo y su hormigueo
de estrellas sobre este azul que
sobrecoge este furtivismo visceral
que nos persigue.
Habría que cuantificar los decibelios
que dejas flotando en el agora de mis
emociones cuando sucedes al doblar
cualquier esquina, confrontando la
atracción de las miradas, deshaciendo
las rejas del penal con tu sonrisa.
No hubo testigos, ni diligencias que nos
impusieran cargo alguno. Un golpe limpio
sin mayor repercusión que tentarnos
despacito mientras el bullir del gentío
nos hacia desapercibidos.
La calle ardía en la bilateralidad de los
suspiros que a un lado y a otro nos
quemaban sin poder remediarlo.
Sin querer remediarlo nuestras retinas
se besaron porque querian hacerlo.
Después la marea nos arrastró y tuvimos
que devolver la consciencia a su lugar.
Si hubiera podido detener el tiempo
en ese preciso instante habría apretado
el botón pero lo mejor de todo es que
tú habrías hecho lo mismo.
Simón de Azzaria.