01.12.23
Confieso que siempre escribo con la intención de que me leas.Lo hago despacito para que no notes como te llamo entre líneas.
Siempre escribo con la intención de hacerte temblar.
Lo hago para que cuando finalmente me leas (si es que lo haces),
sepas que es para ti.
Que con los pedazos de lo que dejaste,
te he escrito un par de versos distantes.
Escribo con la intención
de que te tiemble el corazón.
Lo hago con el propósito de que quedes desnudo por dentro.
Que mi nombre siga existiendo en donde late tu rudo corazón.
Te escribo una y otra vez
para que cuando me leas no puedas disimular
cómo se te cierra la garganta y te lloran los ojos.
Escribo con la intención de que me leas
aún cuando no hay nada más incierto que eso.
Lo hago para que quieras buscarme y no encuentres la forma.
Para que te des cuenta cuán lejos estamos.
Para que te des cuenta cuánta distancia sembraste.
Porque ya nada de ti puede tocarme.
Escribo con toda la intención.
De quebrarte la tranquilidad.
De hacerte pedazos.
De herirte y luego echarte sal en la herida.
Quizás esté siendo muy mala.
O una bruja.
Pero esa es la mejor forma de cobrar venganza.
Tocar tu mundo con mis letras
mientras observo a la distancia
cómo te derrumbas
y sigues sin olvidarme.
Sí, definitivamente, te sigo escribiendo con la intención de que nunca puedas olvidarme.