Si vienes
Si vienes, Te esperaré a orillas del Mediterráneo.
Donde las olas rompen y la espuma impregna el paladar en un exquisito escenario.
En el cual imagino tu torso, desnudo y perlado.
De gotas de sudor y mar expuestas ante tu carácter temerario.
Si vienes,
Quiero que tengas presente.
Que mi cabeza no me dará tregua hasta que pueda lamerte.
Pues los deseos que recorren mis entrañas me empujan fuerte.
A buscar cualquier lugar donde a solas pueda verte.
Si vienes,
Siento que las amapolas florecerán a destiempo.
Destilando el olor de las violetas que impregnará el viento.
Porque así, amigo mío, es como te pienso.
Y permíteme la osadía al decirte esto que siento:
Si vienes, no habrá lugar en el que puedas esconderte, porque tu rastro se haría tan palpable que a poca distancia sería capaz de olerte. Saldré a tu encuentro para mostrarte lo que llevo dentro, para darle nombre y apellido a las provocaciones que nos esgrimimos desde hace un tiempo. Para apartar ese velo y dejar de imaginarte como la silueta que perfilan tus letras, sintiendo al fin cómo más allá de la mente me penetras. Primero, a mordiscos por la piel, dejando que se palie el hambre que nos consume de una buena vez. Luego, a besos que nos dejen sin aliento, probando el sabor de tu saliva como fruta que me sirva de alimento. Y, a continuación, separando mis muslos para que metas la mano por debajo de la falda, palpando a círculos mi humedad en lo que tatúo los surcos que dejan mis uñas bien clavadas a la piel de tu espalda. Y no quisiera aún sacar a la palestra la palabra clavar, pues sé que es demasiado temprano para usar la conjugación del verbo proscrito, pero imaginar cómo te abres paso por mi vientre tras haber dejado que por mis labios fluya la corriente hace que pierda los cabales como no se había escrito.