Páginas en blanco
Siempre amé comprar libretas y bolígrafos, y que me los regalaran también. Tardé un tiempo en descubrir que lo que me atraía no era la libreta en sí, si no el vacío de sus páginas, la posibilidad de llenarlas de mis pensamientos, sentimientos y anhelos; aquello que no expresaba en voz alta ni delante de nadie para no sentirme juzgada. Eso era lo que me atraía absolutamente de ellas; era un amor enfermizo por las palabras, por cómo unirlas en mi mente para vomitarlas con cuidado en aquellas páginas en blanco con alguno de mis bolígrafos.En ocasiones tan concentrada en escribirlo todo tal como lo sentía, que no era consciente de cómo manchas de tinta se adherían a mi piel o mi ropa. Se convirtió en algo inherente a mi, manos y cara manchadas de tinta y ojos brillantes después de haber dado luz a todo lo que pasaba en y por mi.
Era y es tan gratificante poder plasmarlo en algún lugar fuera de mi pensamiento, poder leerlo una y otra vez, o no volver a hacerlo jamás. Echarlo de mi cabeza y recluido entre esa multitud de páginas...
A veces fantasías o deseos, otras historias de diferentes tipos, pensamientos, sentimientos, situaciones, no tenía ningún fin, solo librarme de ellos.
A veces lo hacía como si una mano invisible estrujara mi estómago, otras mi garganta, en ocasiones mi corazón, pero siempre sentía.
Sentir, esa palabra que da lugar a tantas otras desde su raíz, sentido, sentimientos, sensibilidad, sensaciones...
Alta sensibilidad lo llaman; he conocido a otras personas que también lo poseen, pero siempre me pregunto si será así, si somatizan como yo esos sentimientos en su propio cuerpo. Si pasan por momentos en que hacen lo que sea por no sentirlos, su también los esconden muchas veces y los exponen otras de manera tan clara, que la otra persona no sabe ni qué contestar.
Mi cabeza da vueltas y más vueltas a lo que me dicen y también a lo que no, a lo que hacen, y a lo que no. No entiendo las incongruencias, las contradicciones, con lo fácil que es decir lo que piensas o sientes para que la otra persona no deba darle vueltas a lo que quieres decir realmente. Sobrepensar lo llaman algunos, pensar lo llamo yo.
Tal vez nunca sea capaz de expresar lo que siento una y otra vez, pero me ayuda a desahogarme, a vaciarme de mucha de la oscuridad que me atrapa y me deja sin fuerzas ni ganas de nada más que de estar a solas poniendo orden en mi interior.