Cuando se despierte el día.
Cuando tus olas surquen las avenidasy las gaviotas de tu pelo lleguen a
fondear en mis cornisas será la
calidez de la calima y el tamiz de la
ensoñación que predica la premura
las que pauten el concilio de los besos.
Llegará poniente alborotando los
andares de tu falda con ese centelleo
de guirnaldas que saben como
ruges cuando andas y no será tarde
para dejar caer sin sospechar el pudor
de los tirantes que me aguardan.
Empeñaré mi resiliencia por reclamar
para mí los antojos que te calcinan
la lengua, antes de que pronuncies
palabra tomaré por las bravas tu
cintura hasta encontrar la vertical
donde las comisuras se encuentran,
la saliva corre por mi cuenta, no habrá
lugar en tu ser que no me sienta.
Ven que te estoy esperando, no
seré sublime, ni seré conciso, ni
seré plausible, antes tendrás que
maldecirme por morder tu nuca,
por lamer tus ingles, por saberme
en el terral que dio forma a la
cobertura soleada de tus dunas.
Sutil capricho, te juro que no me
cuesta soñar hasta quedar a la par
del acento de tu ombligo, no hay
verano que no quiera quedarse
a trasnochar en la textura de nieve
y espuma de esa bulería tuya.
Me soñé una tarde junto al mar,
a la vera del incendio, pretensión
de un juramento que pretendo
propiciar hasta saciar la codicia
que te bulle por las venas.
Amplificando el sentir de los
sentidos, susurrando la polvora
en tus oídos hasta blasfemar
aullidos que arrebaten los jadeos
de tu aliento. Como el trueno
precede al rayo serán mis manos
oscilando sin dudar en tus vicios,
horadando el palpitar de tu deleite.
Que me llegue tu mirar y a horcajadas
suba el vaivén de tus mareas azotando
un temporal en los cimientos de tus
nalgas. Palabras sucias, reza el hereje
entre tus piernas y follar a rienda suelta
con el desquite que me pide la tormenta,
que me cubra con su sal de fémina
carnal que ensaliva de avaricia mis
auroras.
Después de engullirme se inclina
y el rubor que le acalora las mejillas
se revela y se reitera, deseando el
sabor que la perturba y es entonces
cuando una primavera de semillas
le brota del paladar galopando entre
sus olas.
Simón de Azzaria