La Misiva

******ige Hombre
256 Publicación
Autor de un tema 
La Misiva
Kate estaba sentada en su sofá con las piernas dobladas y sus brazos abrazándolas, hecha un
ovillo, como si por el solo hecho de hacerse una bola fuera suficiente para protegerse y aislarse
del resto del mundo. Todo era aún muy fresco. Aún no acaba de entender todo lo sucedido.
Delante del sofá donde estaba sentada en la mesita había un montón de cartas, el correo de
los últimos días se había acumulado. Se lo estuvo mirando largo rato, finalmente alargó un
brazo saliendo del refugio que era ese ovillo en el que ella física y mentalmente se había
metido. Perezosa y temerosamente esa mano cogió las cartas y rápidamente volvió a
esconderse en el refugio del ovillo. Kate cogió el montón de cartas y con mirada ausente fue
pasando una tras otra. Facturas, más facturas, publicidad del Donner Kebab de la esquina,
menús de restaurantes chinos, una carta de Rick, otra factura, más facturas, publicidad de una
agencia de viajes...
Repentinamente como si fuera un resorte alzó la cabeza, fijo la vista en la correspondencia, le
había parecido ver una carta de Rick. Apresuradamente repasó todo el correo, y mezclado
entre las facturas encontró una carta manuscrita. Sin duda esa letra, era la letra de Rick. Tiró el
resto de cartas a la mesilla, y sostuvo la carta de Rick entre sus manos temblorosas. No sabía si
romperla, o abrirla. Le odiaba o le quería. Todo era ahora mismo tan y tan confuso que ni ella
misma sabía exactamente lo que quería. Tras unos minutos mirando la carta fijamente la
arrugó con todas sus fuerzas, hizo de ella una bola de papel y la lanzó en dirección a la puerta
de su vivienda. La bola de papel quedó a medio camino del sofá y la puerta. Ella rodeó con sus
brazos sus piernas por debajo de las rodillas y se hizo otra vez una bola. Agachó la cabeza para
no ver la pelota de papel, y así estuvo varios minutos. Finalmente levantó la cabeza, la bola de
papel seguía en su sitio. Su mirada se clavó en ella y la miró durante largos minutos sin
parpadear apenas. Tras lo que pareció una eternidad estiró brazos y piernas se levantó y
tímidamente se acercó a la bola de papel. Su mano trémula se acercó como si quemara. Tras
unos instantes con la mano a escasos centímetros de la bola de papel sin saber si alejarse de
ella o cogerla, con un veloz movimiento la cogió y volvió al refugio del sofá a la carrera.
Lentamente con sus manos fue alisando la carta lo más que pudo. Una vez logrado su objetivo
se quedó mirando la bonita caligrafía de Rick. Deseaba abrirla y leerla, pero también tenía un
miedo terrible a hacerlo. ¿Y si lo que contenía solo habría aún más la herida? Pasaban los
segundos lentamente, y con cada segundo transcurrido la duda se hacía más insoportable, la
carga más pesada. La decisión más apremiante.
Con un fugaz movimiento abrió el sobre, sacó la misiva que contenía y poco a poco desplego
las hojas y empezó a leerla:
“Querida Kate,
mi alma late recordándote, mi corazón hierve rememorando la ternura, el cariño, la pasión y
la complicidad que nos unía. Y el resto de mi te extraña, desea que me esposes con tus
abrazos, queme ates a ti con tus sonrisas y me esclavices con tus miradas. Trato de seguir
adelante paso a paso, pero no dejo de pensar en ti. Y no hay día que no lamente todo lo que
hice mal para perderte, para que te enojaras conmigo y me dijeras que yo me había sacado de
tu vida. No te puedes imaginar cuanto he llegado a odiarme por mi estupidez. Cuantas veces
he querido detener el tiempo y poder hacerlo retroceder hasta el día que te perdí. Pero no
puedo. No puedo volver atrás en el tiempo, solo puedo tratar de recordar cómo me cambiaste
la vida para bien. Pero aquí y ahora sé que ya nunca jamás podré volver a ser la persona que
era antes de que tu entrarás en mi vida.

Tú que eres el Norte en mi brújula.
La serena calma en medio de mi tormenta.
La cordura en el corazón de mi locura.
La chispa de luz en el centro de mi negrura.
El único orden en el núcleo de mi caos.
Pasan paulatinamente los días, caen sin cesar como las hojas caducas de los árboles en otoño,
desnudando poco a poco mi alma. Extraño la calidez del SOL, acariciando mi cara con su tierna
sonrisa. Rememoro momentos donde mi corazón cantaba joviales canciones de amor,
tratando de atrapar la calidez que desprendías. No puedo evitar echarte mucho de menos, con
lo que me costó llegar a tu corazón. Tras la ardua tarea de superar una a una cada una de las
infinitas capas protectoras con las que te habías revestido ¿Cómo se puede olvidar a una mujer
tan increíble como lo eres tú? Sencillo, no se puede. Tantos momentos juntos, tantas cosas
aún por hacer que nos quedaron pendientes. No te puedes hacer la más mínima idea de cómo
transformaste mi vida, de cómo lo pusiste todo patas arriba y delo feliz que fui a cada instante
a tu lado. No te puedes imaginar cuanto extraño tu voz aterciopelada susurrándome cosas, o
tus ojos iluminados al mirarme, o tus suaves manos acariciando mi rostro. O esos labios de
dulce almíbar que me daban de beber todo tu amor en cada beso. Y ahora las palabras me
atenazan mi garganta. Las lágrimas ahogan mis ojos. Y mi respiración solo susurra “perdóname
por favor” Vendería mi alma por recuperarte. Me arrancaría el corazón del pecho con tal de
tenerte de nuevo. Porque sin ti, la vida ya no es vida y no merece la pena vivirla si tú ya no
estás a mi lado. Te quiero. Te amo. Te adoro. Como nunca jamás creí ser capaz de amar a otra
persona y nunca jamás podré amar igual a nadie que no seas tú. Te hecho tantísimo de menos,
por favor perdóname. Déjame volver a tu lado hasta el fin de nuestros días. Porque solo deseo
estar a tu lado todos y cada uno de los días que nos quedan por aún por vivir. Y susurrarte con
mi postrer aliento un “te quiero exactamente igual de lo que te amé el primer día que te ví”.
Eternamente tuyo en cuerpo y alma,
Rick”
Kate estaba llorando, porque tenía que ser tan rematadamente imbécil Rick. Porque tenía que
hacer que ella lo amara tan intensamente. Pero sobretodo ella se culpaba de haber tardado
tanto en haberle abierto su corazón y por lo tanto sus sentimientos. Como no podía querer a
ese hombre, tan estúpidamente honesto, tan inocentemente infantil. Como no podía querer a
alguien que sabía decir esas cosas tan y tan bonitas, y capaz de soportar las penurias que ella
le había hecho pasar para llegar a su corazón. Sabía que ella era extremadamente difícil, de
entender, de querer, pero a pesar de todo Rick no se había rendido, y había querido estar con
ella a su lado. Había tenido más paciencia que un santo y tras tanto esfuerzo había logrado
llegar a su corazón y lo más difícil que ella se lo abriera. Y le acabara confesando su amor.
Porque se habían tenido que pelear, cuando amaba a ese tonto soñador más que a nada en
este mundo.
*********ente Mujer
40 Publicación
Precioso ! *herz*
******r63 Hombre
2.476 Publicación
Preciosa la misiva, cargada de tanto sentimiento, arrepentimiento, perdón tras el error y principalmente mucho amor @******ige 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
Inscríbete y participa
¿Quieres participar en el debate?
Hazte miembro de forma gratuita para poder debatir con otras personas sobre temas morbosos o para formular tus propias preguntas.