Barquero de la Estigia
A cada momento que apareces en mi memoria, tus dedos recorren la trayectoria que dictan mis curvas, acariciando cada poro con suma delicadeza y apretando en las zonas donde haces objetivo de pleno con certeza. Sabes que soy tuya. Tan jodida y descaradamente tuya que poco importa lo que piensen los demás. Y a cada día que pasa, siento que mi locura por ti incrementa pidiéndome más y más.
Como una semilla que germina en el pecho y enraíza en los pulmones para ayudarme a respirar, me floreces en el corazón a sabiendas de que me vas a perdurar.
Y es que contigo me siento tan viva que a Caronte le daría vergüenza cobrarme las dos monedas de camino al exilio de mi alma si supiera lo que en ella guardo cuando pienso en ti.
Que pagaría cara mi estancia en el inframundo si esto fuera un pecado porque por Dios que no te pienso olvidar.
Cómo duele abrir los ojos para saberte a tantos kilómetros lejos de mí, pero qué bien sientan las horas fugaces en las que nuestros cuerpos se consiguen encontrar.