FRENTE A FRENTE
Y me puse frente al espejo.Quería contemplar mi ayer. Mi hoy.
Pasado y presente enfrentados.
Libre de excusas. De tretas. De trucos.
Desnuda.
Frente a frente.
Ausente toda seducción,
me dediqué a mirarme.
Vi que he cambiado.
He perdido brillo en los ojos.
He ganado dureza en la mirada.
He perdido sonrisa.
Y carcajadas se quedaron en el camino.
La ironía se ha abierto paso a través de mi boca.
No tanto me ha llegado al alma.
Allí sangro. In dubio pro reo.
Apenas noto cambios en mis piernas.
Me traen, me llevan, se abren y se cierran.
Soy de andar tranquilo, siempre lo fui.
También de hablar soy tranquila.
Que tengo voz seductora, dicen.
Fui de hablar y mira que fui sorda algunas veces.
Algunas veces a algunas voces, o demasiadas quizá.
Mi pecho permanece inalterable,
anclado en la misma talla,
ligeramente caído hacia arriba, me dijo un poeta.
Me he buscado una explicación: no he dado de mamar.
¿O si? ¿Los hombres maman igual que las criaturas?
¿Es el mismo desgaste?
(Nota mental: buscar información al respecto)
Mis caderas sí han ensanchado.
Hay quien dice que para bien.
Tampoco he parido. Nunca quise. No llegué.
Pero no me son molestos esos centímetros ganados.
No especialmente.
Había veces que, llevado por la excitación,
me decías que habitarías en mi cuerpo.
Que te quedarías a vivir en él.
Pobre iluso…
Que soy inhóspita.
Que soy la mitad.
Que no estoy completa.
Que me falto. Que me sobro.
Que me ahogo en este cuerpo
que, aun sintiéndolo mío, me es ajeno.
¿Qué coño haces conmigo?
Cubierta de aristas, no me pidas nada.
Nada tengo. Nada doy. Nada en la nada.
Hay días que ni respeto ni siento ni padezco.
Me extraño. Mi cuerpo no responde a lo que tú, o tú, o tú, me podéis dar.
(Me tuve que haber elegido a mí. Y ya ves, de aquellos barros estas mierdas…)