Besos
Sus ojos brillaban rutilantes como dos estrellas.Su sonrisa era hipnóticamente embriagadora.
No podía aparte mi mirada ni de unos, ni de la otra.
Nuestros rostros se acercaron a la distancia de un suspiro.
Nos miramos. Cerramos los ojos. Nuestras bocas se buscaron mutuamente.
Dulces. Así sabían sus labios y sus besos. Dulces como la melaza.
Suaves y tiernos como un amor de madre. Volvimos a besarnos suavemente.
Una vez y otra. Con cada pequeño beso nuestro deseo aumentaba.
Y el apetito por otro beso se dispara. Nunca jamás me cansaría de sus labios.
Ni de beber un millón de besos de esa boca suya.