Arashi
Un día de playa soleado.Los niños juegan en la arena.
Las parejas se bañan para refrescar su pasión en un lugar tan idílico.
Los nativos observan esa estampa mil veces vista.
Pero hay algo diferente en el ambiente. Una calma chicha que hiperactiva a los animales que se encuentran cerca.
Nadie sabe explicarlo, pero algo se cierne sobre ese lugar.
De repente, empiezan a señalar un cúmulo de nubes en el horizonte. Cada vez se hace más grande y más gris. Se toma su tiempo para formarse porque sabe que, cuando tenga fuerza suficiente, no habrá nada ni nadie que la detenga.
Y va avanzando sigilosa.
La gente, entre miedo y morbo, decide esperar a que pase. Y en ese momento se cubre el cielo por completo.
Nadie alcanza a ver a más de un metro pero nadie grita, al menos no por temor. Una amalgama de colores bailan en la neblina, danzando como locos de felicidad.
Unos instantes después, el cielo ha vuelto a lucir un sol radiante.
Y en las caras de todos se dibuja una sonrisa infinita. Porque lo han sentido.
Por allí ha pasado Arashi.