Aunque tú no lo sepas.
Han pasado más de 30 años desde ese Mayo del Rocío. La recuerdo frecuentemente, casi siempre entre lágrimas.
Dicen que Platón en una de sus obras definió este mi amor imposible.
La de un ayudante de capataz de la bodega de tu padre, y tú, joven, morena, preciosa recién llegada de un internado británico.
Pero Gabriela, ese Rocío fue nuestro Rocío
El de tu azabache cabello al viento de Doñana
El del elegante trote de tu corcel blanco.
De esas noches de risas, entre finos y manzanillas.
De esos poemas de Lorca que te recitaba bajo la luz de la luna, mojándonos los pies a orillas del Gualdalquivir.
Nunca te dije lo que sentía y deseaba
Me veía tan pequeño ante la luz que brotaba de tu mirada, y blanca sonrisa.
Te dediqué el salto a la valla, el beso entre empujones a los pies de la Reina de las Marismas.
Treinta años después sé que el amor existe.
Fue eso que sentí esa noche y nunca te dije.
Nuestros caminos se separaron después de esa romería, y no te volví a ver.
Aunque tú no lo sepas.
Esa noche, nuestra noche, fue la más feliz de mi vida.
Postdata: Si Los Puentes de Madison tuviese versión española, se rodaría en Sanlúcar.