Fiebre
Siento fiebre.En esta madrugada de sudores fríos y carne caliente, la temperatura de mi cuerpo se eleva a niveles insostenibles encendidos, por el fuego que me nace desde las entrañas y la boca de mi sexo.
Siento fiebre.
Necesito caricias que nos ardan los temblores de los dos. Necesito paliar esta sed que siento en la punta de mi lengua desde el mismo centro del sol que hay entre el universo de tus muslos. Y beberte hasta que me arda la garganta de rocío y aguardiente de tu ser y tus entrañas.
Siento esta fiebre tan animal que me devora las ansias a dentelladas. Este infierno que ahora es mi cuerpo está lleno de desiertos, volcanes, lavas y fuegos.
Siento esta fiebre... Ay, maldita fiebre!
No existe agua que la sacie. Sí líquidos de besos y lenguas, y muslos y pechos inflamables. No encuentro nadie cerca que me apague.
No encuentro a nadie!
Que me saque de este precipicio cuyo vacío corrompe el mismísimo vicio y placer de todos los humanos y todos los siglos.
Siento que esta fiebre me arrasa a delirios de imágenes de cuerpos que gimen en una orgía de convulsiones, en un sueño de orgasmos, en un infinito de lujuria.
Esta fiebre me quema. Me quema a mí y mis fantasías. Ay, bendita fiebre!
Que me hace soñar con la locura de tus manos sobre mi piel, con abrasarte con las mías los escalofríos. Porque ahora ardo!
Ay esta fiebre, enajenada fiebre que me envuelve y me retuerce buscando entre tus sábanas tu carne viva y expuesta, desnuda y caliente.
Ay fiebre, ay fiebre, ay fiebres!
Y tu cuerpo sudado de aceite, mis ganas que fríen, que hornean, que hierven con la imagen de tu cuerpo desgarrándose encima del mío. Con mi cuerpo entero penetrando tus orgasmos y tus gemidos como diablos que me atrapan, en esta ardiente explosión de mis sentidos.
Ay, estas fiebres...
Que me envuelven en tu delirio... Delirio de tu piel recorriendo mi infinito... Recorriendo mis sudores más calientes y mis escalofríos más sentidos.
Ven... Y apágala ya... Que siento... Que desvarío. Y vuelvo al inicio de este círculo de vicio. Al principio de mi fiebre y estos sudores fríos. A las lanzas de mi imaginación que se me clavan en mi cuerpo caliente y mis poros abiertos y encendidos.
En esta madrugada en la que deseo, anhelo y sueño con todo lo que está prohibido.
Ay, fiebre. Ay, deseo mío.