SIMULACRO
Todas las noches se miraba al espejo y soñaba caricias. Ponía posturas raras que le parecían muy sugerentes.
No se hacia ni una sola foto, ni siquiera para guardarla y disfrutar en soledad.
No tenia redes, nunca se miraba a ningún espejo, ni siquiera para buscar su cara por las mañanas. Llevaba años sin mirarse. Imaginaba su rostro tan precioso y cambiante que no quería saber cómo era en realidad.
De hecho, por las noches, frente a su espejo de cuerpo entero, se las arreglaba para no verse la cara, solo su cuerpo desnudo, ofrecido, anhelante de caricias imaginarias.
No se tocaba, no tenia juguetes, nunca quedaba con nadie. Su imaginación era tan brutal que le desbordaba por todos los poros de su piel. Y no tenía orgasmos, solo un delirio de caricias que no tocaban su piel.
Al alba, cogía su ropa y se disfrazaba de persona.