Divagaciones del amateur
Cuando decides escribir, reiteradamente, pienso que si las personas leyeran lo que en estos momentos trato de comunicar, dirían " otro petardo pedante que quiere una décima de nuestro tiempo".En fin, así es, en este mundo todos los seres humanos queremos ser escuchados, queremos que los otros presten atención, acudan cuando deseamos comunicar lo que acontece en nuestra mente, lo maravillosos que podemos llegar a ser, porque sabemos expresar mejor que nadie lo que cohabita en nuestro ser.
Me niego, si, me niego a releer lo que he escrito hace unos instantes, porque entonces llegaría el censor, aquel que nos manipula, el personaje incrédulo de vida que empapa nuestra subestima.
Si, deseo escribir, que mi mano se mueva sola, al compás de la tinta, por el mero hecho de tener libre movimiento; muñeca, carpo y metacarpo formando una unidad, ajenos a los pensamientos de corroer la mente de la censura.
Y ahora vuelo, la libertad, la ingravidez es algo contagioso, provocador, origen de epidemias, ¿tal vez sea así? La diestra que poseo se acaloró, con tanto movimiento es tiempo ahora de generar energía suficiente para impulsar al resto del cuerpo, cada miembro, cada órgano, incluso mis orejas se suman al movimiento, de forma sutil cambian su color, cambian su función, escuchan la interiorización que nace en el cuerpo que las porta.
He pecado, si, he releído lo que en estas hojas aconteció hace unos minutos, pero no he censurado, da igual, las faltas de ortografía y expresiones incorrectas. Desesperación es lo que siento, me quedé quieta después, ya no había tal magia a la que sucumbir, ahora mis palabras son acúmulo de letanías, de llanto inocuo.
Sutil inspiración, que alta te cotizas, entregas tus primeras líneas como fianza para ser escuchada, y después...
Dicen que los días de lluvia son propicios para que acudas, dama oculta, mira, escucha esto:
La lluvia hizo callar mi silencio
para abarcar el tiempo con su propio llanto,
continuo tintineo en los cristales de mi lar.
Pero yo permanecía quieta apenas sin vida,
porque mi tiempo pertenecía a otro lugar,
a otra mente,
a otro corazón.
Mi mente obnubilada trotaba entre pensamientos
que no querían asentarse en ningún otro espacio,
que no fuera en lo salvaje de tu cuerpo.
La distancia no era elemento infalible
para apocar mí deseo de tenerte dentro.
Gracias, por fin sé que está en mí, dama oculta, que estas líneas son mías, musa errante, ¿inspiración?
Fuga de arcón, ardua labor la que le impongo, seguiré señalando el papel con mi letra forzada, aumentando así el callo del tercer dedo de mi diestra, en proporción a mi emoción.
Gracias por su escucha y atención, hasta otra me retiro, para hablar, no de escritura, eso fue el inicio, hablaré de sentimientos, de los ánimos del otoño, amo de la dama oculta que ensueño.
A los pies del lector me remito.