Mucho mejor
Era de profugos desbaratarse las contracturas algún que otro día
por semana. Buscar cobertura
en el trajín del día laborable.
Solapar su boca con la mía para
ser el canido que barrunta el
despertar de una noche que
cierra los colmillos en su nuca.
Y venerar por adicción el
aroma que rezuma en ese estado
de disidencia. Tan ella, pionera que
me encara y me subleva con la
respiración acelerada hasta quemar
minutos con la oposición desafiante
de una frecuencia que me descifra.
Habló la niña de capucha roja mientras
sostenía mi cara con las dos manos.
-Te quiero libre, porque supe verme
en tus huidas, en el rechazo de anteayer
y también en la solera que me arde
como a ti.
Entonces fue como estremecer
flotando en un llano de silencio,
mientras los ojos se fusilaban en
un lenguaje que olía a la pólvora
explosiva del deseo.
Pensé:
¿Dónde se puede ir cuando ya
sabes que llegaste?.
Es algo irrevocable que dejándonos
de cuentos es usted la que me come,
me huele y me goza mucho mejor.