Puñetazos
Hoy volví a pegarte. Lo siento. Hacía mucho que no lo hacía. Me pillaste desnuda, y me sentía rara. Intenté vestirme, te lo dije. Pero me interrumpiste, querías hablar de otra cosa. Sentí algo frío sobre mí. Me asusté. Grité, me enfurecí, comencé a pegar puñetazos al aire, y hacia tí. Estaba fuera de control. Me apuñalaste una vez, aun duele la herida, y aun tengo miedo de volver a recibir puñaladas. Solo el recuerdo del frío del puñal, tus movimientos, hacen saltar mi descontrol. Y aunque luego viene la calma, se notan las heridas de aquellas puñaladas. Cicatrizan poco a poco, mientras mi cuerpo crece. Mis alas se quemaron, me arrastraré si hace falta. Aunque en este camino de subidas y bajadas hay ángeles invisibles, y apoyos que sientes en el aire que te ayudan a seguir caminando, y a ratos parece que vuelas.