¿Quien dijo miedo?
Llega justo a tiempo. Esta mañana no hubiese apostado ni dos céntimos a que se presentaría. Pero ha decidido que quiere plantarle cara a estos cuatro engreídos.De camino a la estación las dudas asoman sacándole la lengua. Se endereza y continúa. Debe demostrarles lo que vale... Chupito de tequila en el bar de la esquina. Ya casi está... Mejor otro chupito más.
Preparada...
El pasillo es largo y sombrío. De las paredes cuelgan sustancias pegajosas de colores saturados, como en una peli de terror japonesa. Debería fumar porros, piensa, para estas situaciones que, ¿Quién sabe?, se podrán repetir.
Vale, hace frío, pero ¿Quién no tiembla al llegar al infierno?
En la puerta que da acceso a su libertad, se para. Inspira profundo, expira lento, baja el peso de los hombros y suelta lastre en la entrada. Uno, dos...
¡Y allá va con su guitarra!