Queridas chupipandis
Ya estoy borracha.Ayer sentí de nuevo el poder de la sobriedad, pero pensar en chupipandis me ha vuelto a embriagar.
Sé que es excusa. El cosquilleo del alcohol anestesia neuronas en el día. No me importa nada. Todo puede esperar, no hay urgencias. Quizás Santandreu estuviera borracho en su teorizar.
Es como el dormirse una pierna, no molesta hasta que no la usas. Pero qué bello es cuando te la suda todo, cuando la soledad no arranca tiras de piel.
El rencor transforma seres divinos en alimañas. Asi soy yo ahora: jineta nocturna matando gallinas. El etanol mutila lo conveniente y me devuelve esa paz.
Y las chupipandis de plástico me devuelven las ganar de vomitar.