Entre claves y monarcas
El cursor parpadea desafiante y sereno en su bloc de notas. Aunque no hace ruido alguno en su cabeza suena el metrónomo a 100 BPM. Compases de silencios de redondas y, de vez en cuando, alguna fusa.
Dijo que ya no había cauces por los que discurrir y se quedó en el estanque de tus manos escurriendo por las rendijas del invierno, dispersándose al caer al suelo y secándose capa a capa cual acuarela de colores sepia.
Querría tener finales bonitos y escribir brotes nuevos de arcoiris. Frases de esas que escriben monarcas de mambos. Pero ya no hay cetros a los que dar brillo, ya brillan por si solos.