La escoba también
Había un castillo de naipes. Bastos y copas, fundamentalmente.
Un par de oros y ninguna espada.
Treses y caballos, algún rey
y muchos ases fantasmas.
Las sotas dormían.
Ahora está en la mesa, en ruinas,
y la señora que baraja siempre
y remueve deseos
ha recogido las cartas
y las ha guardado en una funda opaca.
Quizás un día vuelva a jugar a la brisca o al tute. Cuando esa dama de verde y rojo vuelva a tener piernas.