Acostumbrada al vacío
¿En qué momento dejé de verte mientras me mirabas?¿En qué momento dejé de escucharte mientras me hablabas?
¿En qué momento dejaste de ser mi cobijo mientras me abrazabas?
¿En qué momento dejé de sentir tus manos mientras me acariciabas?
¿En qué momento dejé de estar acompañada mientras tú estabas?
¿En qué momento dejé que mis lágrimas me vaciaran mientras me amabas?
La decadencia y la mediocridad se instala en tu vida sin darte cuenta, tan progresivamente que es imperceptible. Rutina harapienta desde que te levantas hasta que te acuestas.
Rellenas tus desérticos rincones con promesas tatuadas en los pensamientos a sabiendas de que no se cumplirán, manera de sobrellevar este espacio en blanco, insonoro, inodoro. Una ilusa sin remedio.
Desintegración espiritual que te anula, pasando de ser un humano a un alma cadáver, deambulando sin rumbo por la vida, dando bandazo sin brújula, donde únicamente los gusanos se lo pasan en grande.
Dejas de ver tu reflejo en el espejo, esa cruel indiferencia que te convierte en transparente. Interponiéndose un muro entre Tú y Tú, te dejas de comunicar, de aconsejar, de querer y al final… te desplomas en el más desolado de los abandonos.
Y tú sigues ahí, en esa espiral vacía, oscura, húmeda. Ni te planteas salir del pozo, porque es tu nuevo hogar.
Gritos mudos, lloros sin lágrimas, sonrisa dibujada en una línea continua, cuál muñeca de porcelana. Los sentimientos capados al mundo exterior y a ti misma.
La apatía se convierte en una actitud intrínseca haciendo añicos todo tu ser, tus valores, tu autoestima, tu reconocimiento. Dejándote de cuestionar los placeres de la vida, exentos a ellos, pasando a convertirte en un ser inerte, amorfo.
Y te acostumbras al vacío, ser mero objeto de estantería, sentir que la nada es lo normal, anestesiar tus emociones, aniquilar tus ilusiones. Así evitar sufrir la desidia, ausencia, desprecio, insensibilidad. Yendo arrastras por la vida, con el alma colgando y la mirada perdida.
Te retroalimentas con tus miserias y conformismos para seguir hundiéndote, más si cabe en este vacío con destino a la más decadente de las soledades.
Llegas a un punto que no hay consuelo, eres (in)consciente de que ese vacío te va a devorar, hincando sus colmillos sin dejar marca evidente.
Acurrucada en el rincón del sofá, tu purgatorio, echa una bolita de trapo, deseando que llegara la noche, aislarte completamente, con el único deseo de dormir y que los sueños no te acompañen.
Te intentas proteger bloqueando todos los sentidos, pasando por la vida de puntillas, para que lo poco que te queda no se disipe y poder seguir adelante. Grave error querida, el vacío no se desvanece ni evapora, todo lo contrario, se hace más tenebroso, estrecho, pestilente, como una centrifugadora, te traga, te aspira, te atrapa haciendo que te precipites a su interior. No se vislumbra salida, decides dosificar el oxígeno reservándolo por si algún día tienes posibilidad de flotar a la superficie.
Gracias a lo divino o a vete a saber qué, hay alguna alma cándida que siempre está en la sombra, a tu lado, pendiente del momento que pueda a lanzarte una cuerda para asirte a ella, misión heroica trepar por esa áspera soga que despelleja la piel de tus manos y te rasga el alma. Tus brazos flaquean, demasiado peso en tu espalda, aun así, te aferras para no hundirte más en ese puto vacío.
La respiración se convierte en una melodía arrítmica, síntoma que se va agotando el aire de tus pulmones, la axfisia te ronda.
Una fuerte detonación sensorial te hace decir: ¡Basta! Sabes, lo sabes bien, ese no es tú lugar, ni él de nadie.
A veces las sombras del pasado vienen a visitarte, les ofreces un café, charláis y hasta luego.
El pasado, en ocasiones, pesa como una losa. Pues nada, cuatro ruedas a esa losa, guirnaldas iluminadas, llamar a Pedro y decirle: “Vilma se va de sarao, ¿te apuntas?"
Hoy se sale, a reír, a bailar, a compartir, a ponerte peillo, a llevar la soga a modo cinturón y dejar que las endorfinas hagan su función, que para esos las tenemos.
Feliz fin de semana, rincón de mi sosiego.
Besos a rebosar de endorfinas.💋 🎶💃