Temporal profundo
Desde el primer día que me crucé contigo cambiaron los
parámetros. No fue algo
premeditado, tampoco casual
porque inconscientemente,
salí a buscarte.
Uno se deja llevar cuando
lo salaz se adereza con alevosía
y te tiende la mano con el
gesto cómplice de un párpado
que se cierra. Lo demás
cayó por su propio peso, fue la
llama que alimenta tus apetencias
la que sostuvo la comunicación.
Leve al principio, como la gota
de agua que es augurio de un
temporal profundo. No sé como
terminará. De momento arrecia
en días laborables, amaina pero
no cesa en días festivos y no
tiene pinta de parar.
Sigo pendiente de las rachas
de viento, del rugido de un cierzo
clandestino, de esa mujer furtiva
que espolea a la saliva y prende
la mecha que apadrina el incendio.
El tiempo me dió la razón.
Ya te he dicho alguna vez que
la paciencia la tengo en buena
forma y vas a pensar que estoy
delirando pero después de charlar
los primeros días contigo supe
que eras la horma perfecta de
mis mentiras, aunque nunca pensé
que llegaría a calzarme con
tu aliento.
No sólo porque eres atractiva
ocurrente y muy zorra.
Tu cercanía, tu manera de
entender y esa premisa humilde
que posees me dejó atrapado
en tu órbita y no he podido
salir de ahí.
No te voy a engañar. Siempre
pensé que eras una mujer de
esas que son inalcanzables.
Nunca pensé aspirar a algo
más que una sana amistad
entre dos personas partidas
por la distancia, pero mira por
donde uno se equivoca.
El ahora es hoy, un contigo y un
conmigo deshojando primores
a cualquier hora del día.
Tengo ese deje entre los dedos
de cuando alguien te mueve los
cimientos y alcanzas ese estado
de gracia catatónica que te secuestra
la atención y te espolea la avaricia
de escribir. Como el deseo que
muestra el oleaje que vuelve
una y otra vez hasta la orilla.
No voy a soltarte porque no
quiero soltarme. Espero que lo
entiendas. No soy inmune a
tú biodiversidad indecorosa y
mucho menos a ese aderezo
pecaminoso que maceras a
diario. Es bonito el resultado,
Es hermoso saber que tengo
capacidad para multiplicar tu
sonrisa. Es brutal saber que
piensas en mí y que Zaragoza
no queda tan lejos, ni nosotros
tampoco. Andas por aquí, entre
la multitud de lo cotidiano,
quitándote las bragas, metiendo
mano en mí bragueta. Y desde que
esto sucede la sonrisa se me afloja
y tus ojos están buscando piso
en mis retinas.