TRAE MI DÍA
Se está mi nada llenando de un gran silencio de arena.
Mi muerte se va llorando:
tu gran cariño le apena.
La paz que te está llegando
no sé si valdrá la pena.
La vida viene silbando.
A ti, amante, te espera.
Cayó la noche y, rezando,
la luz callada, serena,
se acuesta y te está besando,
mujer que duerme a mi vera.
¿Con qué estabas soñando?
¿Hoy qué pasión te desvela?
Tu amante te está amando
aunque te ame en duermevela.
Amor de amante, gozando
sin luz, la noche acelera:
oscuros cuerpos van dando
feliz remate a la escena.
Vuelve a amanecer llenando,
como en un reloj de arena,
el día de luz, mirando
hacia mi amante, a mi vera.
(Y me descubrió la luna,
al batirse en retirada,
amando de nuevo el mundo
de mi amante más amada;
y el sol me trajo el reflejo
de su vida enamorada
y enamorada de vida,
de ganas de ser amada,
de gozarse y que se gocen
con ella quienes le aman
como yo la estoy amando
cuando a mi vera, en mi cama,
su sonrisa sueña sueños,
su mirada mira a su alma…
y a mí me renueva entero
cuando es mi amante, mi amada,
quien transforma hoy mi noche
y trae mi día a mi almohada).
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10 de diciembre. Día de los Derechos Humanos.
En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La felicidad no es un derecho humano. Su camino sí.
La mayoría de la población del planeta tierra no tiene garantía alguna de cumplimiento de sus Derechos Humanos.
En diciembre llueve. El papel se moja. Las promesas se olvidan. Muchas. Casi todas.
Sanas mi herida.