CÍRCULOS VICIOSOS

La ingesta masiva de agua puede derivar en el colapso de los riñones. El líquido, asímismo, se filtra al sistema circulatorio diluyendo la sangre con la consecuente pérdida de sodio y otros minerales esenciales para el sostenimiento vital. Además, este exceso acaba por acumularse en los tejidos, inclusive el cerebro, inflamándolos y provocando alteraciones en funciones básicas como la respiración.

Este sólo es uno de los métodos con el que los inquisidores tratan de quebrar, minuciosos, la supuesta resistencia del preso a declarar. Otros ases en su manga son la privación del sueño, apaleamiento, descoyuntamiento o la clásica, siempre socorrida, aplicación de hierros candentes sobre la llaga a la que han logrado reducir el cuerpo de su prisionero.

Sin duda lo más aterrador para el cautivo pese a lo desaforado del dolor físico que le abruma o la lobreguez del escenario donde le someten a tormento, es la angustia provocada por la absoluta ignorancia de los cargos que se le imputan. No sabe por qué, no sabe quién, no sabe dónde. No sabe nada.

Impertérritos ante el sufrimiento, los jueces, adjudicándose también los papeles de fiscalía y jurado, toman nota escrupulosos de cada palabra, cada grito, cada gemido, cada silencio.

"Por favor... díganme qué debo decir y lo diré".

Lejos, a todo un mundo de distancia, una mujer llora la ausencia de su marido mientras detrás de la verja electrificada acotando una isla de horror inmoral, alegal, en mitad del paradisíaco entorno caribeño, la CIA se apunta otro tanto en su listado de "triunfos": Ahmed ibn Ibrahim, reo confeso de terrorismo.

En Yemen, en el seno de la acomodada familia de un recientemente diplomado en medicina, emigrante a los Estados Unidos para ejercer su profesión en un prestigioso instituto oncológico, la semilla del rencor arraiga entre los más jóvenes.