El Domingo
Gatitas ratoneras y buzardas ven y proveen. Tengo una en cada esquina de mi reino. Yo el pacificador. La mierda de las fachadas y la primera planta es necesaria. Por encima de ésta he edificado palacios secretos, he mantenido a raya a las bandas y a la ley. Bienvenidos son los que vienen con malas intenciones y salen a confesarse. Igual y por costumbre llevo los fierros debajo de la ropa, contra la piel.Uno tembloroso lo tienen visto y lo anuncian con silbidos y señas. Viene a alquilar un revólver. Doña Bertha le da una nueve israelí con el serial borrado. La Jericó es un tiesto muy caliente. Al que lo agarren con ese cacharro (después de pasarlo por balística) le pueden estar echando encima nueve homicidios. Llamo a mi pelao' de confianza para que vuele en la "cross", y le venda esa pinta a los policías de las Mercedes. Será la cuota de esta semana, el yonki tembloroso. Cómo lo fueron las pacas de pasto prensado y los ladrillos de talco para las fotos. Hay que saber mantener el balance y a todos contentos.
Soy un anciano de cuarenta y dos años. Me paseo con gorras nuevas y unos Jordan Airforce one, para impresionar a los muchachos. No se pueden descuidar las bases. Invito rondas y pago las cuentas en la tienda de la esquina. Mi régimen tiene muy poca sangre y fuego en los últimos días. Por eso dirán me estoy ablandando.
La banda del miseria me hizo un entierro en la loma detrás de mi casa, porque saben que soy agorero. Dicen que me gusta ver torneos de tenis encerrado en las suites. Es cierto.
Miré al pelao' y me percaté había crecido. Tenía un bigote de pelos delgados y se veía muy grande para su bicicleta. Ya no pasaba tan desapercibido como antes. Habría que reemplazarlo pronto.
Antes podía oler un zarpazo a kilómetros. Ahora podía estar pasando por alto detalles. No quería un duelo a puñal en medio de la calle. Si me van a desnucar hoy más les vale que el viento no sople. Más les vale que no llueva. Voy a que me echen las cartas. Me salió El Mundo, El Carro y La Luna. Mi bruja está rara. Me echa una bendición y me dice que estoy cerrado y bendecido.
Aquí fue. Cuando te quieren calmar sin verte nervioso siquiera es porque ya se hecharon a andar los engranajes sin que lo advirtieses. Las gatas y los muchachos se guardaron. Voy a perderme la final de Wimbledon. Seguro está avanzando el miseria desde la loma y la banda del norte con carros desde la avenida.
No me duele la traición. Me fastidia que hayan escogido un domingo para pelarme. Cambio de ropa con un loquito al lado de la tienda. Esa gorra y esas zapatillas de marca son una sentencia de muerte. Ando por techos y desde una terraza compruebo mis sospechas. Me esperan en la entrada de mi palacio. Me están cerrando el cerco.
El chanclas, el miseria, Rendón, juaco. Es un halago qué tipos tan complicados se hayan juntado para estallarme la cabeza. Pensaban cogerme en calzoncillos frente al televisor. Ahora hay desconcierto pero no sé puede posponer el reyicidio.
No hay reyes buenos o malos, hay reyes fuertes o débiles. No se preguntaron quien les llevó el chisme del tenis. Pensaron que de tan callado y tranquilo debía estar poniéndome gordo y lento.
Click, click, click.
No te gastes pelao', esos tubos rusos e israelíes se encasquillan, están por ahí dando vueltas desde los ochenta, se les gasta el percutor y luego te dejan dándole al gatillo cuando pretendes pelar a tu jefe por la espalda.
Yo escojo mis traiciones. Yo te puse esa nueve inservible en la manos. Yo eché el cuento del tenis. Ya he vivido yo esta historia.
No creen que el diablo sabe por viejo.
Con los jefes y traidores muertos se replegaron sus soldados. Volvieron a las esquinas los campaneros y las gatas. Una victoria barata. Me juraron lealtad con nuevos ojos los muchachos. Lealtad que de poco vale. Que me dejen en paz lo que queda de domingo.