Las disculpas de Sofía
-Ya sé, ya sé que no debería estar aquí. Pero es que no encuentro lugares. Discúlpame si no te enseño las tetas, si no quiero verte la polla o si ahora, o mañana, no me apetece follar. Perdóname si mis conversaciones eróticas son escasas y si mis relatos no mencionan mi coño húmedo o mis perversiones admitidas. Siento que no me salgan mas que monosílabos cuando tú, total desconocido, me sugieres enviarnos fotos y siento que al leerlo, me venga de golpe todo el aburrimiento que guardo en mi caja de las cosas de las que no estoy orgullosa. Me gustaría ser de esas que estan siempre calientes, de esas a las que les escriben cuentos porno y que se hacen pajas con ellos. De las que se corren expulsando líquidos milagrosos, de las que se reencarnan en diosas sexuales o musas de cuadros. Me refiero a los cuadros de las cuadrículas... Quizás a los de los marcos y los museos... No importa.Sofía cerró sesión preguntándose por qué estaba allí. Finalmente, a los pocos segundos, concluyó mentalmente:
-¿Y por qué no? ¡Que os den!