Plegaria 1 después de los despueses
No hay un solo día en que ella no piense en él. A veces es solo una ligera certeza, como cuando uno sabe que va a despertar en la mañana. Otras veces son silogismos encadenados, razones, justificaciones, deseos envueltos de esperanzas.Cuando él desapareció, se escribieron mil canciones y se estrellaron las ligerezas que se preguntaban por qué habían de morir. ¿Por qué?.
Durante meses, ella bebió y fumó en un intento de no estar. No podía estar sin ese halo cierto que la había acompañado. Se había acostumbrado a tener donde mirar, donde dejar la mochila. Ahora, debía cargar con el peso de la misma. Se había olvidado de su mochila. Era lo único que le reprochaba: que hubiese hecho que se olvidara de la incomodidad, del no estar en ninguna parte, de no tener un sitio.
No tardó en aceptarlo, muy serena. Serena, sí, porque él era tan perfecto para ella, que hasta supo hacerla caer en un remanso aun cuando él no estuvo, aún cuando él la desgarró y esparció sus venas por las calles de Madrid.
Y vovió (¡Dios, volvió!): sus ojos castaños, sus patas de gallo, su polla perfecta, sus verrugas, su pelo, sus arrugas de 60 años o más.. ¡las más bellas de todo Madrid! ... Y su promesa. Su promesa tan increíblemente creíble. Por fin: "No volveré a dejarte, mi amor. Eres mi gran amor·.