RABIA
Dicen que la rabia es un combustible tan explosivo como efímero. Pues bien, aquí estoy, en combustión. Aplicándome a ello con toda la saña que fui capaz de acumular. Megatones de hiel cazando culpables.Culpables... No me resulta complicado encontrarlos. Soy fiscal, juez y jurado. ¿Por qué discriminar? Cada cerdo con su San Martín. A cada cual lo propio. Sobran balas.
Está decidido; le tiro a todo lo que se mueva , hable, llore, suplique, grite o me insulte en un postrer arranque de orgullo desesperado. Dios, ese cabrón desalmado, reconocerá a los suyos.
Hay mucha gente. Sin duda elegí bien mi arma; M4, fabricación americana, automático. Treinta proyectiles por cargador, ligero, fiable...devastador. Ideal para mi propósito. Estuve tentado de escoger algo más espectacular. Con un machete, por ejemplo, o cualquiera de mis katanas el efecto hubiera sido mucho más vistoso pero debo moverme con rapidez: entrar, disparar, salir. Visto y no visto.
¿Razones? Venga ya. Están todas ellas consignadas en Youtube para la posteridad. Hoy no he venido a razonar, solo exploto y la onda expansiva de mi resentimiento no diferencia entre la aprendiz de zorra con maneras de niña bien, el profesor, el capitán de todos los equipos, el bedel cuya estúpida sonrisa me ha desquiciado desde primaria o tú, muchacho anónimo. Lugar y momento equivocados, mala suerte.
Treinta proyectiles en cada cargador, dos cargadores, apenas cinco minutos y el Armaggedon. Soy bueno, muy bueno. Se veía venir pero preferísteis cerrar los ojos. Temblad ahora. Llorad.
Dicen que la rabia es un combustible tan explosivo como efímero. No sabéis lo que decís. No tenéis ni puta idea. Dejo a las sirenas que se acerquen. La última bala, para mí. Ya soy eterno.