Los espantos
A los tímidos nos atormenta mucho fantasma.Ay! Catalina.
Esa vez nos buscamos en la pista una buena esquina y un poco prendidos nos restregarnos con los reggaetones. Trabamos las piernas como en una tijera. Metí mi cara en tu pelo. Te dí pequeños besos en el cuello cuando no pude soportar más tu perfume. Te dí un mordisquito en la oreja. Y sonó una canción y otra y otra.
No estaba tu novio. Era tu cumpleaños o el de tu amiga. No nos besamos. Nos hicimos un poco de agua. Me pasaste las manos por los hombros. Yo mantuve un agarre firme en tu cintura, con la mano bien abierta sobre la parte baja de tu espalda. Le mojamos al otro los muslos.
Estoy seguro de que pasó. Creo que pasó.
Por los pasillos de la facultad te había visto y me encantabas, y ahora parecíamos vibrar juntos, atravesados por los bajos estridentes, evaporándonos y lloviendo en esta miserable discoteca.
Tanto que al salir creí que éramos marido y mujer. Pero el frío de la madrugada y la gente nos partió. Las derivas nos separaron. Y ese sueño se quedó allá en la pista de baile oscura y caliente, en otro plano onírico y no te pregunté si tú también lo soñaste.
Y te volviste espanto Catalina.
Espanto crespo y de de boca grande, espanto alto, caderón y de lunares bien puestos. Y te fuiste a trepar al dintel de mi puerta al lado del espanto Martina y del espanto Luisa, pa' turnarse aplastarme el pecho en las noches de insomnio. Sacarme lágrimas en lo oscuro. Lágrimas muy chistosas y ridículas.
Tanto espanto tan bonito. Conservarán siempre la forma y el olor del día que se me escaparon, del día que por güevón no dije nada. Del día que el tiempo siguió pasando y yo clavé las uñas en el recebo mientras me arrastraban lejos de ese instante. Los tímidos y sus máquinas del tiempo. Los tímidos y el genio de la lámpara.
Me salí de Facebook por puro miedo a los fantasmas. Porque si se casan, si esperan el segundo hijo o se van de vacaciones a Cancún, es porque, de pronto, el espanto soy yo.