Violento clarificador
Los insultos suenan diferente después recibir el primer golpe, parecen súplicas.Un buen puñetazo te hace sentir que tienes cráneo, cabeza, mandíbula.
los oídos zumban, el mundo se aleja y la adrenalina a la vez te hace incorporarte, estar presente.
Esto no es una pelea.
¿Hay algo que salvar? Esta patente su superioridad, su virilidad te va a reducir a borrar.
Se te sale un poco de orín.
La frente, el suelo, los hilos de saliva densa empujados por la respiración acelerada.
Va a ocurrir algo nuevo.
Aprietas como cuando vas a cagar
¿Cómo puede doler tanto?
Un calor sofocante te sube por la cara.
Lo que era tacto, vista, oído se convierte en hormigueo lejano, negror, zumbido submarino.
Vuelves y todo es ritmo y humedad.
Su rigidez improbable, su embestida persistente, puntual.
Una última y una más, seguídas de unas contracciones y pulsaciones familiares, seguidas de un calor líquido.
El rito ha terminado, los poderosos líquidos han hecho presencia. Todos.
La sangre en último término.
Todas las tensiones se han resuelto.
No sabes muy bien quién eres ahora, apenas se asoma y la recibes con una sonrisa de excitación inconfesable, clarificadora. Has traspasado el úmbral.
Lloras por atrás sangre y leche.