No soy muy fan del sexting. Por muy respetuoso que sea. Quizá porque me resulta poco natural. Hasta impostado.
No puedo evitar ver, en esos chats subidos de tono, algo poco elegante. Incluso antiestético.
Supongo que tiene mucho que ver con qué, para mí, está es la única forma de vencer la distancia y mantener algo de intimidad con personas a las que aprecio. Y cuando algo se convierte en la única alternativa no puedes evitar que sepa a poco.
Además, el que me recuerden que la soledad es el precio a pagar por vivir de una determinada forma, no ayuda a cogerle cariño a la práctica
Lo que si puedo deciros es que hay pocas cosas más intensas que una noche cocinada a fuego lento durante semanas, incluso meses, en la que finalmente das rienda suelta a mil fantasías elaboradas a base de telegrams a deshoras.
Supongo que nunca hay mal que por bien no venga.