Había una vez un chico que estaba en una cita muy especial con su amiga. Después de una cena deliciosa y una noche de risas, decidieron llevar las cosas al siguiente nivel y tener una noche romántica. Todo iba bien hasta que probaron algunas posiciones nuevas.
"¡Ay! Eso duele," dijo su amiga mientras cambiaban de postura.
El chico, siendo comprensivo, cambió de inmediato a otra posición, pero su amiga seguía sintiendo molestias. A pesar del dolor, ella estaba disfrutando mucho de la experiencia. "Bueno, al menos la cena fue excelente," pensó el chico, tratando de mantener el ánimo.
Finalmente, su amiga encontró una posición que le resultaba cómoda, pero le pidió al chico: "Por favor, no me dejes ponerlo todo."
El chico, desconcertado, se quedó pensando. "¿Qué quiere decir con 'ponerlo todo'? ¿Será que quiere que deje algo fuera? ¿La lámpara, quizás? ¿O el gato?"
La confusión del chico no tenía límites- Al día siguiente, el chico fue a su médico para pedirle consejo.
"Doctor, anoche mi amiga me dijo que no me dejaba 'ponerlo todo'. ¿Qué cree que quiso decir?"
El doctor, tras escuchar con atención le dijo:
"¡Ah, claro! Eso es una señal clásica de la 'Síndrome de la Sobrecarga Doméstica'".
El chico, sorprendido, preguntó: "¿La qué?"
"Sí, sí," continuó el doctor con una expresión muy seria. "Es cuando el alma de una persona se satura de los objetos cotidianos. Verás, cuando ella dijo que no podías 'ponerlo todo', se refería a que su subconsciente estaba rechazando la incorporación de más muebles y decoraciones en su vida íntima. Es un fenómeno muy común en personas que pasan mucho tiempo en tiendas de muebles suecas."
El chico, confundido, trató de entender. "Entonces, ¿qué debería hacer?"
"¡Ah, la solución es simple!" dijo el doctor con una sonrisa. "Deberías intentar llevar una maceta a la cama la próxima vez. Una planta puede equilibrar las energías y ayudar a aliviar la Sobrecarga Doméstica. Pero cuidado, ¡que no sea un cactus! Eso podría empeorar las cosas."
El chico, aún más desconcertado, agradeció al doctor y se fue a casa. Esa noche, cuando vio a su amiga, decidió seguir el consejo del doctor. Al llegar al dormitorio, apareció con una enorme maceta de ficus.
"¿Qué haces con eso?" preguntó su amiga, con una mezcla de asombro y diversión.
"Es para equilibrar las energías y evitar la Sobrecarga Doméstica," explicó el chico, recordando las palabras del doctor. "El doctor lo recomendó."
Su amiga extrañada, le siguió la corriente y tuvieron el mejor encuentro sexual de sus vidas.
A partir de esa noche, la chica fue la que llevaba macetas a la habitación. Era tal la cantidad de plantas que llevaba a la habitación que ella un día le dijo:
No me dejes ponerlo todo
Pero las cosas no cambiaran y esa habitación era una especie de jardín botánico de la lujuria, él solo pensaba “Pasará esto?
Sin saberlo, había cronificado y agravado el 'Síndrome de la Sobrecarga Doméstica', pero sus relaciones sexuales fueron míticas.