En mi caso, la razón fue tener la suerte de ir a una discoteca en mi juventud allá por los 80's donde la gente era muy transgresora y abierta de mente.
Se saludaba siempre con un beso en los labios y no con dos besos en la mejilla y cada finde pasaban cosas como por ejemplo que te liabas con una chica y al rato te presentaba a sus amigas y una de ellas, en vez de darte el pico protocolario, te pegaba sin que lo esperaras un morreo de esos de Nivel Dios, luego te daba un trago de su bebida y tras decirle a su amiga ¿Me lo prestas un ratito? Y tras el sí de su amiga, te cogía de la mano y mientras ibas asimilando lo que estaba pasando, te llevaba al reservado y se metía el lote contigo durante un rato para después devolverte sano y salvo a su amiga y esta seguir con lo que estábamos haciendo antes de la presentación como si nada.
O ligarte a una chica, estar besándote con ella y mientras bailáis, al rato ella comentarte "Mira aquel chico, que bueno está" darte cuenta de que es tu amigo, decírselo con respeto pensando en que quizás así pasaría y ella decirte... "¿Ah si? Pues preséntamelo" y al no tener escapatoria, tener que hacer un "win to win" improvisado, o sea... Presentárselo y compartir, así gana ella, gana mi amigo y gano yo, la otra opción era quedarte solo en la barra o en la pista cubata en mano.
Experiencias así, semana a semana forjaron mi carácter liberal, expulsaron de mi ese sentimiento de pertenencia tan común que nos inculcan desde pequeños y detrás, se fueron los celos y los mil tabús con los que llegué incrustados en mi cabeza el primer día a esa discoteca. Después de ese curso acelerado, hacer un intercambio de parejas meses después, fue ya coser y cantar y hasta hoy, casi 40 años después...