„Margaret Hamilton, ingeniera jefe del equipo que desarrolló el software de navegación para el Programa Espacial Apolo.
Para mí cualquier persona que haya escrito un tochazo de código fuente como el de la imagen merece la más profunda admiración.
Y eso sin poder depurar o ejecutar paso a paso…
Hace poco leí la historia de Hedy Lamarr y pasó a ser una de mis mujeres preferidas de todos los tiempos. Esta señora fue una estrella del cine en la época dorada del “star system” en Hollywood. Trabajó para la Metro Goldwyn Mayer cuando, el que te fichaba, tenía su apellido en el nombre del estudio. Si os gusta el cine de los 40 y 50 sabréis quien es. Sino es posible que la conozcáis como Dalida de la peli de Sansón y Dalida.
La cuestión es que esta señora nació y se crio en los círculos judíos de la Belle Epoque de Viena de donde salieron algunos “don nadie” como Stefan Zweig, Freud, Mahler, Herlz, Klimt, Arthur Koestler… Ese ambiente más bien liberal y librepensador la convirtió en una joven actriz algo rebelde que llegaría a salir desnuda en una película (¡a finales de los años 20!).
Sus padres, judíos de rancio abolengo, deciden casarla, a la fuerza, con un magnate alemán que se estaba haciendo de oro vendiendo munición y todo tipo de sistemas de armamento a Adolfo y Benito (alguna cosica a Francisco también le vendió). La cuestión es que el magnate salió celoso, maltratador y un poco tarado así que, además de intentar hacerse y quemar todas las copias de la peli en las que salía su señora en porretas, mantuvo a la pobre Hedy prácticamente encerrada durante casi cinco años.
¿Y qué haces si eres una niña rebelde, de familia bien, nacida en Viena en los años 20 cuando tu marido prácticamente te secuestra? Pues te pones a estudiar ingeniería por tu cuenta, a encandilar a los amigos de tu marido y a convertirte en una experta en tecnología armamentística del momento. Y cuando te lo has aprendido todo te escapas, viajas a Londres, encandilas a Louis Mayer y te conviertes en una megaestrella del cine que, a fin de cuentas, lo que a ti te gusta es actuar.
Pero llegan los años 40 y nuestra querida a miga, que empezaba a disfrutar del dinero y la fama, estaba bastante cabreada. A fin de cuentas, era un Judía que había vivido casi secuestrada cinco años por un nazi. Total, que se pone a colaborar con el ministerio de defensa americano contándoles todo lo que saben los nazis y, aprovechando que estaba liada con Howard Hughes, le ayuda a diseñar un montón de cosas para las fuerzas áreas. El propio Hughes cuenta en sus memorias que le propuso dirigir una parte de la compañía (y recordar que Hughes estaba un poco loco) pero que ella lo rechazó porque era actriz.
En 1942 conoció a Gergo Antheil, un compositor americano conocido por hacer orquestación con aparatos raros (timbres eléctrico, hélices de avión, pianos modificados)…. Y a Hedy, que como estamos viendo era un culo inquieto, se le ocurre que Antheil es el manitas perfecto para hacer algo que le obsesionada desde hace algún tiempo: intentar emitir una señal sobre una serie de radiofrecuencias aleatorias saltando de frecuencia en frecuencia de forma sincrónica con el transmisor. Básicamente quería emitir una señal de radio de manera que cualquier pudiese escucharla, pero solo la reciba entera el receptor al que se dirige.
Era una idea un tanto revolucionaria. Hasta entonces tu emitías un mensaje de radio y cualquier con un receptor lo podía escuchar. Si no querías que lo entendieses tenías que hablar en código (que tenía que conocer el que recibía el mensaje para entender lo que envías). Lo cual es un problema porque los códigos, por complicados que sean, son descifrables (ya sabéis lo de máquina enigma, los windtalkers, etc, etc). Pues bien, Hedy quería emitir una señal de radio “partida” y que sólo el receptor fuese capaz de recuperar todos sus trozos. ¿Por qué obsesionada esto que se conoce como espectro ensanchado por salto de frecuencia a nuestra amiga Hedy? Vaya usted a saber. También era cleptómana y la detuvieron varias veces por hurtos (era una señora muy peculiar desde luego).
¿Y para que sirvió el invento? Pues al principio para nada porque, por muy manitas que fuese Antheil, sus aparatos eran demasiado grandes así que tuvieron que pasar 15 años a que se desarrollase la electrónica para que todo el invento empezase a usarse. Primero con misiles y torpedos guiados por radiofrecuencia, luego para radios seguras en el campo de batalla (porque crees que en Vietnam ya nadie se preocupaba de captar las señales de radio del enemigo). El pequeño invento siguió evolucionando con los años y hoy es la tecnología que está detrás del WIFI o el Bluetooth (ya sabes, señal de radio que todos los aparatos escuchan, pero solo entiende el receptor).
Y nosotros la conocemos cono Dalila.