HISTORIAS BIZARRAS

De adolescentes me metí a dormir con un amigo y una amiga en la cama doble de mis padres. Se habían ido y el resto de las habitaciones estaban ocupadas con gente follando. Nos habíamos quedado solo para dormir. Sentí que estaban besándose y salí de la habitación. Les dejé solos. Eran virgenes y me hacía ilusión que se liaran. Me encontré a dos amigos fuera y decidimos tirarles condones a la cama. Yo dormí el el sofa 🤷‍♀️. Al día siguiente habían llenado la cama de globos con los condones 😂. Y lo peor es que dejaron una funda por ahí. Mis padres la vieron y nos regañaron mogollón por follar en su cama. Aunque se sentían orgullosos de que usáramos condon. Mi hermana y yo negamos que hubieramos follado allí, pero no nos creyeron. Entonces no había móviles para sacar fotos a esos globos de la cama. Menuda fiesta!

Dos historias de Francia, de adolescente vino mi mejor amigo a dormir a casa y también mi amiga que resulta eran parejas ellos, bueno ellos durmiendo en la cama de 90 y yo en el colchón en el suelo pues a lo poco tiempo empezaron a follar y follar y yo al lado viéndolo todo, oyéndolo todo, aún recuerdos esos gemidos jejeje y jolín pase la noche más larga de mi vida y cachondo perdido debo admitirlo.

Otra vez con el mismo amigo y otra chica en casa de ella esta vez, estábamos en el sofá los tres y empezaron a morrearse, acariciarse, masturbarse y de repente ella de la nada, me coge la mano y empieza a chuparme los dedos de una manera tan sensual que anda que en mi cabeza se me pasaron mil ideas pero no fue a más, eso sí me puse cachondo a más no poder....en fin....

Para historia bizarra el día que perdí la virginidad, pero no he venido a dar asco pena. Jaja

Recuerdo un día que salimos cuatro amiguis. Una pareja una amiga y yo. La chica de la pareja era mi compañera de piso en aquella época.
Después de pasar toda la noche tomando cervezas por los céntricos tugurios de la capital.
Ya amanecía y nos fuimos a casa del novio de la pareja.
Una apartamento pequeño que solo disponía de un dormitorio y no tenía puertas en ninguna estancia.
Total, que mi amiga y yo agotados por una noche de aventuras escogimos nuestro correspondiente sofá mantita.
Mientras intentamos conciliar el sueño se empiezan a escuchar "ruidos" y una conversación.
Ella: te quiero mucho, me estoy poniendo cachonda, vamos a follar
El: Estoy cansado, no me apetece.
Ella: Que si, que si.
Se empiezan a oír goces, gemidos y golpes de la cama contra la pared.
Yo allí intentando dormir con los ojos cerrados pero de lo más expectante porque ya sabía cómo eran y me podía la curiosidad.
Por lo que se podía escuchar la cosa iba bien, ritmo y cadencia indicaban buena inercia y listos para el despegue.
El otro sofá: se escuchan unas risas, y un vaya tela.
Yo: sonrisita debajo de la manta.
Ella: metemela por el culo.
El: no me apetece tía quiero dormir.
Ella: que si, que si.
El: reproches
Ella: más reproches.
Ella: llantos.
El otro sofá: más risas
Yo: en coma, no recuerdo nada más.
Nos depsertamos pasada la hora de comer todos con resaca.
Mi amiga yo haciendo como si no hubiera pasado nada.
Café, ducha y a las calles otra vez dejando a la feliz pareja en casa.
Una vez en la calle buscando sitio para comer y tomar algo me comenta mi amiga.
Eschuaste la fiesta de anoche?
Yo conteste que si.
Una historia de amor, pasión, lujuria, desenfreno y drama. Todo junto.
Mi amiga se ríe me da una palmada fuerte en el brazo y me reprocha que no dijera nada cuando ella se empezó a reír.
No dije nada pero se me dibujo una sonrisa en la cara y continuamos nuestro camino ambos sonriendo y riendo.
Fin
Bechitos

Hace unos meses estaba, un viernes por la noche, en un hotel de Medellín. La noche anterior había salido y eso, en Colombia y con colombianos, es un deporte de riesgo. Había vuelto a las seis de la mañana, dormido 1 hora y trabajado todo el día con una resaca horrible así que solo quería irme a dormir. Además al día siguiente tenía que coger un avión por la mañana. No había comido nada en todo el día así que antes de irme a la habitación decidí tomar algo rápido en el bar de hotel. Primer error.

La cuestión es que, por circunstancias del destino, ese día Pfizer, la farmacéutica de las pastillas azules, tenía una convencion de comerciales en el hotel. Mientras cenaba y ojeaba el móvil un grupo de comerciales estaba tomando cerveza y no tardaron en darme conversación y yo en responder. Segundo error (hay un dicho en Colombia que dice " No de Papaya" en el sentido de no hables con desconocidos.... Por algo será).

Según me dijeron acababan de terminar la cena y estaban esperando que empezase la fiesta en los salones del hotel. Pasamos un rato muy agradable hasta que decidieron que sería una buena idea invitarme a la fiesta. Yo, por su puesto, intenté negarme durante unos 30 segundos. Tercer error.

Unas horas después, y nuevamente algo bebido (¿He dicho ya que beber con colombianos es una actividad de riesgo?), me vi envuelto en una discusión sobre la viagra y su venta sin receta en Colombia. Se dieron cuenta que yo no sabía absolutamente nada de la dichosa pastilla así que me dieron un curso acelerado sobre todas su bondades: lo bueno que era para uso recreativo, que no tenía efectos secundarios, que era una vergüenza que no se vendiese sin receta... Yo, que acaba de ver un documental sobre el tema del fentanilo no para de pensar "si, estos cabrones son los que vendían heroína ultravitaminada diciendo que no era adictiva". Evidentemente me callé mis opiniones ya que, a fin de cuentas, me estaba bebiendo su Whisky. Tras la charla decidieron regalarme un blíster de pruebas con unas cuarenta pastillas. Yo intenté negarme. Insiti en que no las necesitaba, en que no me gustaba medicarme, en que yo salvo alcohol nada de drogas pero se pusieron intensos así que me las quede y les di las gracias para cambiar de tema. Cuarto error.

No sé muy bien como la noche se me alargo hasta casi las siete de la mañana y, algo perjudicado, llegue a mi habitación, metí todo rápido en la maleta y salí para el aeropuerto. Sin darme demasiada cuenta de lo que hacía guardé el blíster de 40 pastillas. Quinto error.

Sobre las 16 horas estaba aterrizando en Santo Domingo y, entre la cara que llevaba y que aún debía apestar a alcohol, el policía de la aduana decidió que era un buen candidato para registrar mi equipaje. Allí mismo empezó a abrir mi maleta y rebuscar entre mis cosas. Yo no me acorda a de las pastillas que no tardaron ni 30 segundos en aparecer. Encima el blíster venía en una caja brillante más propia de caramelos que de medicamentos.

El policía me miró, sonrió y pregunto aquello de: “¿Esto que es lo que es?“. Creo que me puse rojo, o azul, o de varios colores a la vez. Empecé a balbucear cosas sin mucho sentido sobre Colombianos, fiesta, alcohol.... Mientras el policia estaba pasando el blíster por una especie de detector de drogas apareció otro funcionario preguntando "¿Algún problema?". A lo que el policía le respondió "Aqui el tigrito que viene a tirar unos tiros volaos".

Nunca he pasado más vergüenza en mi vida. Me dejaron marchar mientras se descojonaban de la risa no sé si se mi lamentable estado, de mi resaca, de las pastillas o de mi vergüenza. Pero se descojonaron.

No es que sea mi historia más bizarra, que esas no me atrevo a contarlas en público, pero como batallita puede valer.