„- Llevas un disfraz muy bonito, muy sexy y provocativa, ¿De qué vas disfrazada??
-- No voy disfrazada de nada, es mi ropa y estilo habitual de salir de juerga.
A mí me pasó exactamente lo mismo. Que el que metió la pata quiero decir
Un Halloween de finales de los Noventa, en una cafetería cualquiera de una capital de provincia, me fijé en un tipo que, juro por dios, parecía salido de una novel de Bram Stoker: llevaba un traje decimonónico absolutamente impecable con una camisa victoriana, de esas con cuello alto y coronada con una corbata de lazo, un chaleco oscuro y una levita corta de raso brillante. Todo ello coronado con un sombrero de copa y envuelto en una capa con el interior de color rojo. Y no solo era que el traje se viese de calidad. De mucha calidad. Era su porte: elegante, seguro… hasta majestuoso.
De verdad que pensé que era el mejor disfraz de Vampiro que vería en mi vida y así lo hice notar, como buen metepatas que soy, en voz alta lo que causo una cierta risa, entre nerviosa y disimulada, de los que estaban a mi alrededor, y una mirada de desprecio infinito por parte del supuesto disfrazado. La camarera sutilmente nos confirmó lo que ya sospechábamos: el tipo no estaba disfrazado.
Yo, a pesar de ser un metepatas soy muy educado, así que al cabo de unos minutos me acerqué a pedir disculpas y asegurarle que, en todo caso, sentía admiración por como estaba vestido. Y ahí la cosa pasó de “Dos Tontos muy Tontos” a película de David Lynch. El tipo estuvo contándome durante cerca de media hora que era un “Vampiro Real”, es decir, que padecía algún tipo de deficiencia orgánico-psíquica determinable científicamente (han pasado 25 años pero esa frase es literal) que en su caso le requería alimentarse de sangre (con consentimiento puntualizaba siempre). Me aseguró que había más personas como el y que eran de dos tipos: los que se alimentaban de sangre y los que se alimentaban de energía psíquica (sic). Incluso me dijo que estaban pensando en formar una asociación.
Recuerdo que unos meses después uno de mis amigos de aquella ciudad me mandó un recorte de periódico en el que el tipo había sido detenido intentando robar sangre de un autobús de donaciones de la cruz roja.