El taxi de regreso a casa
Me he quedado sin metro y sin trenes de vuelta a casa. No me gusta llevar el coche al centro de Madrid. He conseguido llegar a Nuevos Ministerios y ya la línea rosa estaba cerrada. No me que otra que pedir un taxi. Por la hora que es no creo que me cueste. Fue peor el otro sábado, que terminé a las 5 y la calle estaba llena de juventud en busca de taxi (probablemente de otras cosas también). Mi amigo David lo tiene peor, ha de llegar a Alcalá de Henares en su coche.-Escríbeme cuando llegues, ¿ok?
Se queda con ganas de besarme.
Muchas luces verdes sobre los coches blancos. Levanto la mano y me para uno al que no había llamado. Pero es el primero y me da igual un taxi que otro.
• Buenas noches. Vamos a Valdebebas, Calle Fraga Iribarne, 33.
• Buenas noches-arranca-Mi nombre es Antonio y voy a ser su conductor durante este trayecto. Espero que lo disfrute y si hay algo que no le gusta, hágamelo saber.
¡¡Sorpresa!!
• Vaya, gracias, me ha sorprendido gratamente su presentación. Yo me llamo Belén, encantada.
Es un hombre de unos 60 años, pelo gris claro, gafas. Para su edad es guapo.
Sigue halando cosas que me sorprenden y pienso que hacía mucho que no me sorprendía. y, de repente, empiezo a desear a ese hombre.
Me hace preguntas y me cuenta anecdotas. Le felicito por su trabajo. Es muy gratificante y agradable ver a alguien disfrutar con su trabajo.
Una de las preguntas es si soy morbosa.
• Si, jajajajaja, bastante.
Me analiza y yo le digo que su análisis vale para cualquiera, que es como el horóscopo, pero le agradezco la charla y lo bien que me lo he pasado. Llegamos a la puerta de casa. No sé por qué un inmenso sentimiento de agradecimiento me invade y tengo ganar de darle un beso por lo bien que me ha hecho sentir. Él se ha dado cuenta.
• Si me permite, antes de que entre en su casa, me gustaría darle un abrazo.
• Claro, Antonio, se lo iba a pedir yo.
Y el abrazo se convierte en un beso con lengua y su mano se desliza bajo mi falda y aparta mis bragas y me mete sus dedos y los mueve y me remueve...
Y nos anotamos el numero de teléfono en un postit, como antes, y ya no volvemos a vernos.