Pues ahora, con tiempo, voy a describir mi experiencia con el porno.
El porno ha estado presente en mi vida desde niño. Siempre ha estado ahí.
Con 7 u 8 años encontré jugando en la cochera de mis padres unas cajas repletas de unas revistas tituladas "Supersex". Eran unas fotonovelas porno con diálogos escritos en francés. Eran de mi padre y las debió de comprar cuando de joven estuvo trabajando en Francia.
Supersex eran unas fotonovelas policiacas en las que el protagonista era Supersex, un policía que venía de marte y que tenía un superpoder que consistía en una polla grande que al eyacular expulsaba un líquido que hacía que las mujeres entrasen en un extásis.
Recuerdo que cuando se corría siempre gritaba "IFTEN TXEN XISSS" o algo parecido.
El tal Supersex cuando interrogaba a las chicas las follaba, también follaba con tios y siempre había orgias en las que follaban un montón de hombres y mujeres.
Al final, cuando tras mucho investigar y mucho follar Supersex encontraba al culpable del asesinato o del robo lo que hacían para castigarle era partirle el culo con un tío encapuchado como un monje que llevaba una enorme polla de goma que se la clavaba en todo el culo al o a la delincuente en cuestión hasta que empezaba a sangrar (le ponían un líquido de color negro, porque las fotografías eran en blanco y negro, que le salía del culo a modo de sangre).
Viendo esas revistas es donde yo "aprendí" que el sexo era como un juego entre hombres y mujeres que lo hacían para divertirse y pasarlo bien. Ahí aprendí que la polla podía meterse en la boca así que aprovechando que entonces tenía un pene que ya en reposo me medía unos 20 centímetros, empecé a tumbarme en la cama con las piernas echadas hacia atrás por detrás de los hombros y a meterme mi polla en la boca y chuparla hasta eyacular. Así aprendí también a tragar mi propio semen.
Siendo un niño de 8 años, delgadito y con una polla de algo más de 20 centímetros me era tremendamente fácil metérmela en la boca echado sobre mi cama con las piernas hacia atrás. Así que empecé a chuparme mi polla a diario cosa que he hecho hasta casi cumplir los 30 años de edad.
Al poco de empezar a chuparme mi polla me entraron ganas de probar a chupar las de otros chicos. Así que en cuanto un grupo de amigos del colegio nos juntamos en un grupito para hacernos paja, enseguida yo empecé a chupar sus penes (y ellos a chuparme mi pene a mí).
Así me hice gay ya durante la EGB. Luego en el instituto empecé a follar también con chicas y ya me hice bisexual.
El porno siempre estaba ahí, cerca de mí.
Claro, en los años 80 cuando yo era adolescente no existía internet. Todo el porno que veíamos eran las revistas de Lib, Climax, Private que robábamos a nuestros padres, hermanos o hermanas mayores.
Yo de los 5 a los 12 años fui sometido a un tratamiento para reducir mis elevados niveles de testosterona con los que nací. Con tanta testosterona en el cuerpo mi pene ya tenía las dimensiones actuales (22 cms en reposo, casi 24 cms en erección) con tan solo 12 años de edad. Pero es que además mi padre ya me había enseñado a afeitarme con 8 años de edad porque ya me salía barba y tenía abundante vello en piernas, pecho, pene y testículos.
Así que siendo un adolescente alto (ya medía sobre 1.80m de estatura) y con signos de barba en la cara, aparentaba tener más edad de la que tenia. Así que aprovechaba eso para acercarme al kiosko del pueblo y empezar a comprar revistas porno por mi cuenta. Lo hacía para mí y también para mis amigos.
Con el porno "aprendí" lo que era chupar coños, culos, huevos.... Viendo que lo hacían en esas revistas también quería hacerlo yo aún sin saber si me iba a gustar porque para mí ver chupar esas cosas así en frio me daba como un poco de asco.
Pero probé a chupar los culos y los huevos de mis amigos, a meterme sus huevos en mi boca y me gustó tanto que quería hacerlo todo el día. Cuando empecé a tener sexo con chicas en el instituto ya tenía mucha experiencia chupando y lamiendo así que comerles el coño, las tetas y el culo ya lo hacía con total naturalidad.
A la pregunta sobre si el porno despierta fantasías. Por supuesto que sí, en mi caso y pienso que en todas las personas que ven porno (que somos la mayoría).
Una de mis primeras fijaciones desde adolescente, sin duda influida por lo que veía en las revistas porno, han sido las mujeres con pechos grandes.
Y, casualmente, las primeras chicas con las que tuve sexo durante el instituto tenían todas unos pechos muy grandes (no se si por casualidad o porque era lo que yo iba buscando).
Bueno, y la mujer que desde hace años es mi pareja también tiene unos pechos muy grandes (aunque con ella puedo decir que no lo busqué: coincidió así. A ella la conocí con ocasión de un trio que hicimos con su entonces novio).
Mis vivencias personales se reforzaban con lo que se glorificaba en las revistas porno que tenía: el tamaño del pene.
Esa devoción por las pollas bien grandes que se reflejaban en esas revistas la comprobaba yo personalmente casi a diario desde adolescente.
Las peticiones de verme la polla, los rumores que corrían sobre mi tamaño, el morbo de chicos y chicas por ver si era real, por tocarla, por chuparla... eso cuadraba mucho con lo que veía en las revistas y también en los primeros videos VHS porno que veíamos a escondidas en casa de alguno de nosotros cuyos padres estaban ausentes y tenían reproductor de vídeo. También era yo, aparentando ser mayor de lo que era, el que iba al video club a alquilarlas.
Como a casi todos los hombres criados en los años ochenta del siglo pasado, el porno fue nuestra principal "escuela".
Y eso que yo fui un privilegiado en eso de la educación sexual, porque una de las sugerencias que les hizo la médico endocrino privada a la que me llevaban mis padres para reducir mis niveles de testosterona era que recibiese unas nociones de educación sexual.
Según la endocrinóloga, teniendo yo unos niveles tan elevados de testosterona, mi deseo sexual iba a ser muy prematuro y era mejor que tuviese unas nociones de lo que era el sexo y para que servía el sexo lo antes posible.
Recuerdo que en la propia consulta, esa endocrinóloga me impartía unas pequeñas clases, con dibujos, manuales, ilustraciones explicándome por qué los hombres teníamos pene y las mujeres no, para que se utilizaba el pene, por qué tenían sexo los hombres y las mujeres..... Todo muy sencillito e inocente.
Claro, en el colegio también en octavo de EGB y en el instituto había de vez en cuando cursillos y charlas sobre el sexo. Pero en los años ochenta y viviendo en un pueblo esas charlas no las daban sexólogos porque no había sexólogos en los pueblos. Los cursillos sobre sexo los daban los mismos profesores que nos daban clase: unos señores que veíamos como viejos con nuestros ojos de adolescentes y esas clases eran un muermo y un aburrimiento.
Preferíamos mirar y "aprender" con las revistas porno.
Luego llego internet y ahí me lancé al consumo de porno gay (algo a lo cual era imposible acceder desde el kiosko de revistas de un pueblecito de El Bierzo donde nací y me crie).
Siempre he usado el porno para masturbarme y lo sigo haciendo a día de hoy.
Como soy bisexual consumo tanto porno hetero como porno gay.
Bueno lo de que "consumo" es un decir, porque todo el porno que veo son vídeos que me grabo en el iphone o en el ipad y que me bajo de internet con los Torrents.
En lo que se refiere a porno gay me gusta el porno con sexo duro, hasta violento, que insinúa sexo forzado, follabocas brutales, comidas de culo axfisiantes y mucho esperma. Veo sobre todo los vídeos de una productora gay danesa llamada Bel Ami cuyo porno gay tiene una estética BSDM en blanco y negro cuya fotografía y ambientación me recuerda a algunos filmes de Fassbinder.
En lo tocante a porno hetero, que también me gusta, sobre todo me descargo vídeos de Brazzers que muestran porno bastante convencional, donde las historias son todas sugiriendo sexo voluntario, sin sometimiento ni dominación, mujeres que follan porque tienen ganas. Todo muy convencional y hasta cierto punto standard.
El porno lo ve todo el mundo (y hoy con internet más todavía).
Yo opino que casi todo el que ve porno es consciente de que lo que ve no es real, que es algo preparado y exagerado para que parezca más de lo que es.
Pero, claro, hablamos de sexo.
No es lo mismo ver una película de Superman volando que es un simple espectáculo a ver a un semental Nacho Vidal zumbándose a tres tías cañón con tetas enormes y culos de infarto, porque claro, tú nunca vas a pretender volar como lo hace Superman, pero follar lo hacemos todo y te puedes plantear que tú también puedes follar a esos tres pibones de tetas enormes, y más si tienes tu polla en la mano mientras ves todo eso....
Los mitos y referentes del porno están ahí y a todos nos influyen en mayor o menor medida: la capacidad de "aguante", el ser un macho empotrador, las pollas enormes, las tetas enormes, los culos descomunales.....
Todo eso son estímulos que nos entran por los ojos y excitan nuestra libido y que a veces nos llevan a pensar que son imprescindibles para disfrutar del sexo...
Yo, con mis casi 24 centímetros de polla lo he comprobado innumerables veces: hay una fascinación generalizada en hombres y mujeres por las pollas grandes. Ahí el porno tiene una gran responsabilidad.
Aunque seguramente no todo es por el porno. Una vez leí, hace muchos años, en la revista Muy Interesante, un artículo sobre los mitos eróticos.
En el un psicólogo explicaba que la fascinación por ciertos atributos físicos enlaza con nuestro cerebro primordial de mamíferos.
Por ejemplo, el gusto de los hombres por mujeres con pechos grandes nuestro cerebro lo vincula con mayor capacidad de la mujer de alimentar al recién nacido.
El gusto de los hombres por las curvas en las mujeres, por las caderas anchas y culos voluminosos se explica en que nuestro cerebro asocia unas caderas anchas de mujer con mayor facilidad para parir a los hijos y que nazcan sin ningún problema.
El que a las mujeres les gusten los penes muy grandes se debería a que el cerebro asocia un gran tamaño del pene con mayores probabilidades de dejar preñada a la mujer. No olvidemos que la función biológica primordial de sexo es asegurar la reproducción de la especie humana.
En fin, yo creo que el porno es tan atrayente y cautivador para los seres humanos porque, obviamente, versa sobre el sexo y apela a unos mitos y formas que también están muy implantados en nuestro cerebro desde que nacemos.
El porno es como todo en la vida: hay que disfrutarlo pero sin obsesionarse con él.