2da parte
Entramos en su habitación era pequeña y descuidada. Me senté en su cama, y al levantar la vista me encontré con su miembro escondido debajo de la cremallera apuntando directamente a mi cara. Le quité el cinturón, desabroché el botón y bajé su cremallera hasta encontrarme con su pene que de manera casi instintiva llevé a mi boca. Quería saborearlo, medir cada centímetro, comprobar su textura con mi lengua, así que recorrí en circulos el glande, cada vena hasta llegar a los testículos, una y otra vez, luego lo succioné tan profundo que puede oír un leve gemido suyo, exitada introducía su pene en mi boca hacia dentro y hacia fuera, tan profundo cómo me era posible. Oía su respiración acelerando, y cada cierto tiempo me decía "cómetela toda, sigue así", haciendo que me pusiera aún más caliente.
Cuando creí que ya no podría seguir, me besó, se quitó los pantalones y me desnudó sin prisa.
Había estado fantaseando con ese momento desde hace ya un par de semanas, quería que se detuviera el tiempo.
Me recostó en la cama, morsizqueando desde mis pezones, mi abdomen, mis piernas, hasta llegar a mi vagina húmeda me dolía un poco pero era incapaz de quejarme, en cambio solo podía gemir cada vez más, sentí si lengua entrando bruscamente y un arrebato, me dijo "date la vuelta".
Obedecí. Y estando en 4, dándole la espalda, esperaba sentir su miembro dentro de mi, pero no fue así, en lugar de eso, sentí un par de nalgadas que me hizo abrir las piernas sin pensarlo. Después sentí su lengua, está vez pasaba de mi vagina a mi ano jugando entre ambas partes, mordizqueando un poco. Sentía un leve dolor que me exitaba aún más.
Luego me recostó quedando él por encima de mí, nos miramos las caras, mientras yo simplemente me dejaba manipular a su antojo. Estaba deseando tenerlo dentro y él conciente mi estado, alargaba el coito, lo volvía tormentoso y exitante. Levantó mis piernas, hasta mis hombros y ahí, lo sentí, carnoso, caliente, su pene entraba y salía dentro de mí. Y yo, lo quería cada vez más profundo, cada vez más dentro de mí, mientras apretaba fuertemente mis manos con las suyas y buscaba contener las ganas de gritar de placer. Cada ves más rápido, me atravesaba cada vez más rápido hasta que lo ví eyacular frente a mí, justo en mi ombligo escurría el líquido blanco victorioso.