LAS MIL PALABRAS DE UNA IMAGEN (Nuevo proyecto personal)

Muchas gracias por tu comentario. Espero que este proyecto sea bien acogido en esta comunidad y bueno... ¿Que te voy a contar de Massive Attack que no sepas ya, verdad? Es un fijo en mis sesiones fotográficas y he de darle un poco la razón a Janis, en lo de que Massive Attack hace música para follar
¡Un saludo!

Era una noche de esas de sofá y mantita cuando Tom fue a la cocina a hacer palomitas dulces de esas de colorines, pero Bárbara quería otro tipo de snack, así que al ritmo de los estallidos de las palomitas en el microondas, empezó a desnudarse y se tumbó ocupando todo el sofá. Cuando apareció Tom con el bol lleno de palomitas multicolor y mientras el no salía de su asombro, ella le dijo... - Quien fue a Sevilla perdió su silla, así que, si te quieres comer las palomitas sentado en el sofá, vas a tener que comerme a mi primero... -

Tom la miró y tras unos segundos en silencio, le respondió... ¿Y por qué tengo que escoger pudiendo hacer ambas cosas?

Y sin decir nada más, se acercó a Bárbara y le vertió medio bol de palomitas sobre su cuerpo, luego cogió unas pocas del bol y se las puso morbosamente en su boca diciéndole.... - Toma, para que vayas picando un poco también – y acto seguido empezó a comerse las palomitas que había esparcido por el cuerpo de Bárbara, comenzó por su abdomen, degustando con sus labios calientes las coloridas palomitas y la piel de Bárbara al mismo tiempo y mientras con una mano cogía a tientas otro puñado de palomitas para dárselo, con la otra le apretaba fuertemente uno de sus senos y lo lamía de forma salvaje, impregnando la dulzura pegajosa del caramelo de las palomitas, luego, procedía a poner unas cuantas en el pezón y como si de un oso hormiguero se tratase, lo abarcaba entero para metérselo en la boca y no dejar ni una sola palomita libre.

Bárbara masticaba su porción de palomitas, mientras notaba como su coño empezaba a hacer chirivitas.
Dáme más.... -le susurró- y él, cogió otro puñado del bol, se lo introdujo en la boca y a continuación le dejó algunas en su oreja, para abrazarlas con sus labios y darle unos buenos lametazos ya de paso...

A ella le vuelve loca que le chupeteen las orejas y claro... El lo sabe, así que Tom fue alternando entre lamérselas e ir metiendo la lengua en la boca de Bárbara, aún llena de palomitas, mientras ella jadeaba cada vez más fuerte.

Entonces Tom, voló sin escalas a su monte de Venus, el cual era en ese momento un variopinto collage multicolor y empezó a devorar las palomitas que estaban esparcidas por esa zona. Rojas, verdes, amarillas... sin piedad y sin dejarse ni una. Con la boca impregnada de ese caramelo, empezó a esparcirlo por su coño que, a esas alturas estaba totalmente humedecido.

El contraste dulce/salado era toda una delicia para los sentidos de Tom y para Bárbara, notar la lengua rasposa por los restos de caramelo y palomitas, era una sensación diferente también.

Tom empezó a hacer movimientos acrobáticos con su lengua, y ella se retorcía armónicamente dejando bailar sus costillas y sus caderas, cuando entonces Tom, todavía hambriento, cogió una palomita y con ayuda de sus dedos, la empezó a frotar contra el clitoris de Bárbara, hacía arriba, hacía abajo, presionando un poco, un poco más y cuando había realizado el circuito, acercaba sus labios y tras un último lametazo, se comía la palomita y seguía con otra.

Cada palomita era una descarga de alto voltaje para Bárbara, que estaba lanzando espasmos de placer con cada una de ellas y Tom lo sentía, así que fue un paso más allá e introdujo una palomita en el principio de su vagina, lo justo para poder pescarla con su lengua. Luego, cogió otra y tras empaparla en el elixir sagrado de Bárbara se la dio a ella mientras le decía... - Toma, come... están deliciosas así -

¿Quieres más? - Le preguntó – a lo que ella, totalmente roja por el calor desprendido, con el corazón a mil por hora y con la respiración agitada por el placer al que estaba siendo sometida, susurro a duras penas un sí...

Tom en ese momento cogió 4 o 5 palomitas y las introdujo en su vagina y mientras que con sus dedos jugueteaba con ellas en su interior para que no se escaparan, le lamía con mucho cariño el clitoris.
Los dedos iban de un lado a otro, el podía notar las palomitas dentro y ese movimiento de querer agarrar las palomitas con el dedo estaba volviendo loca a Bárbara, que estaba toda ella (Y nunca mejor dicho) a punto de caramelo.

Los movimientos y contorneos de Bárbara pasaron a ser bruscos, violentos, así que con sus manos, apretó la cabeza de Tom para que no cejase en su empeño de atrapar las palomitas de su interior. El captó la señal y empezó a mover sus dedos más rápidos, deslizando las palomitas hacía el exterior, mientras seguía lamiendo y chupando el acaramelado clitoris de Bárbara.

Ella comenzó a gritar de placer, mientras él, una a una, iba sacando las palomitas de su interior, momento justo en que coincidió con la explosión orgásmica de Bárbara. Fueron espasmos brutales, como hacía tiempo no tenía y Tom fue alejándose de ella poco a poco, mientras que por el camino hacía sus labios, iba recogiendo con su boca alguna palomita esparcida buscando asilo por el vientre y abdomen de Bárbara. Al llegar a ella, le dio la última palomita con un suave beso y con un susurro al oído le dijo...

Y bien... ¿Puedo sentarme ya? ¿O te ha entrado sed con tanta palomita y quieres que ahora te traiga una Coca-Cola? Ya sabes que por ti, hago lo que sea - Guiñándole un ojo y poniéndole cara de... “no tengo problemas en repetirlo con la bebida...” -